jueves, 7 de noviembre de 2024

Scilla, Reggio Calabria, Italia

 Con la costa del Tirreno a nuestra derecha, nuestra camper avanza por la carretera costera, rumbo a Scilla, un pequeño paraíso en la costa de Calabria, lleno de leyendas y paisajes impresionantes. Mientras nos acercamos, la silueta de su castillo medieval se alza sobre los acantilados, vigilante del mar. Aparcamos cerca del puerto, con la brisa salada del mar entrando por las ventanas. Estamos listos para descubrir este rincón lleno de historia, mitología y belleza natural.

Comenzamos nuestro recorrido ascendiendo hacia el Castello Ruffo, un imponente castillo medieval que domina el paisaje desde lo alto de un acantilado. Desde sus murallas, las vistas son espectaculares, el mar se extiende hasta donde la vista alcanza, de un azul profundo que parece fundirse con el cielo. El castillo, con su historia de antiguos conflictos y leyendas, nos transporta a tiempos remotos, mientras exploramos sus torres y patios, imaginando las batallas y los secretos que sus muros han presenciado.

Después de explorar el castillo, bajamos hacia el puerto, donde el suave murmullo de las olas nos invita a caminar por el paseo marítimo. Las aguas cristalinas del mar, bordeadas por rocas y pequeñas playas de guijarros, crean un paisaje que parece sacado de un sueño. Desde aquí, podemos ver la famosa Scilla que la mitología describe como la temible criatura que acechaba a los marineros. Aunque hoy en día no hay monstruos, el lugar conserva su aire místico y enigmático.

Nos detenemos a escuchar al pescador local que nos cuenta la leyenda de Ulises y la bestia mitológica Scilla, quien, según la historia, devoraba a los marinero incautos que se atrevían a pasar cerca de los rocosos estrechos. La historia de amor y tragedia entre Ulises, la hechicera Circe y la monstruosa Scilla toma vida en las aguas que bañan este pequeño pueblo. Nos imaginamos la escena, con las olas rompiendo contra las rocas, como si el eco de la antigua tragedia aún flotara en el aire.

El hambre nos guía hacia una trattoria local donde disfrutamos de los sabores auténticos de la región. Probamos el pescado fresco, acompañado de una ensalada de hortalizas locales, y no puede faltar una porción de pasta con 'nduja, un embutido picante de la zona. El vino de la región, fresco y afrutado, acompaña perfectamente la comida, y el ambiente familiar del restaurante nos hace sentir como en casa.

Con la tarde ya avanzada, regresamos al puerto para ver el atardecer. El cielo se tiñe de tonos cálidos y el mar refleja las luces doradas, creando un ambiente mágico. La imagen del castillo en el horizonte, con sus sombras alargadas por el sol que se esconde detrás, es un cuadro perfecto. Es difícil imaginar que este lugar haya sido escenario de tantas leyendas y batallas, pues ahora nos regala una paz incomparable.

Decidimos pasar la noche cerca del mar, estacionando nuestra camper en un mirador sobre el puerto. Mientras cenamos al aire libre, el sonido de las olas rompiendo suavemente contra las rocas nos arrulla. Desde nuestra ventana, las luces del pueblo brillan en la distancia, y el mar refleja las estrellas como un espejo. El aire fresco de la noche y el ambiente tranquilo nos hacen sentir agradecidos por este pequeño refugio de belleza y misterio.

Scilla nos ha dejado una huella profunda: entre la historia y la leyenda, entre el mar y las montañas, este lugar conserva la esencia de la antigüedad y la magia del Mediterráneo. Mientras cerramos los ojos, sabemos que hemos vivido una experiencia única, al igual que los navegantes de antaño, que también soñaron con las aguas de este legendario rincón de Calabria.










Un viaje de diez mil kilómetros empieza por un solo paso.






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Lo mejor está por venir.












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