El motor de nuestra camper ruge suavemente mientras nos adentramos en Veliko Tarnovo, la joya medieval de Bulgaria. Las colinas onduladas y el río Yantra nos dan la bienvenida a una ciudad que respira historia en cada rincón.
Nuestra primera parada es el Mini Bulgaria Park, un lugar fascinante donde podemos recorrer todo el país en miniatura. Aquí, las réplicas de los monumentos más emblemáticos nos permiten admirar la riqueza arquitectónica de Bulgaria en un solo vistazo.
Luego, nos dirigimos a la Fortaleza de Tsarevets, el corazón de la antigua capital búlgara. Sus murallas imponentes y la Torre de Balduino nos transportan a tiempos de zares y batallas épicas. Al caer la noche, el espectáculo de luces y sonido nos envolvió en la historia de la ciudad.
La siguiente parada nos lleva a la Iglesia de San Pedro y San Pablo, un templo medieval con frescos impresionantes que han sobrevivido siglos de historia. Su arquitectura nos habla de la devoción y el arte de la época.
Continuamos hacia la Catedral de la Natividad de María, una obra maestra del siglo XIX con cúpulas verdes que destacan en el horizonte. Su interior, decorado con frescos y tallas, nos deja sin aliento.
El Museo de la Prisión nos ofrece una mirada cruda a la historia de Bulgaria, mostrando las celdas donde revolucionarios y líderes fueron encarcelados. Es un lugar que nos recuerda la lucha por la independencia.
En el Museo del Renacimiento Búlgaro y la Asamblea Constituyente, descubrimos cómo Bulgaria recuperó su identidad tras siglos de dominio otomano. Aquí se redactó la primera Constitución del país, un hito en su historia.
Nos adentramos en la Calle Gurko, una vía pintoresca con casas del Renacimiento Búlgaro que parecen colgadas sobre el río Yantra. Sus vistas panorámicas nos dejan maravillados.
El Monumento a la Dinastía Asen nos recuerda a los grandes zares que lideraron Bulgaria en su época dorada. Cuatro jinetes rodean una espada gigante, símbolo del poder medieval.
La Calle Samovodska Charshiya nos sumerge en la tradición artesanal de Veliko Tarnovo. Aquí, los talleres de cerámica, joyería y bordados nos muestran el talento de los artesanos locales.
Finalmente, llegamos al Monumento Madre Bulgaria, un homenaje a los caídos en las guerras que marcaron la historia del país. Su presencia solemne nos invita a reflexionar sobre el sacrificio y la valentía.
Con el sol poniéndose sobre las colinas, nuestra camper se prepara para la siguiente aventura. Veliko Tarnovo nos ha regalado un viaje lleno de historia, cultura y belleza.
Dejadme volar, que yo a nadie hago sombra con mis alas. |
Mear andando, es lo mejor para no hacer hoyo. |
El zorro que se duerme, no atrapa ninguna gallina. |
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios