lunes, 16 de junio de 2025

Venecia, Italia

 Había amanecido temprano cuando nuestra camper rodaba por los caminos del Véneto, con el murmullo de la brisa italiana colándose por las ventanas abiertas. El sol despuntaba tímidamente cuando llegamos a las afueras de Venecia, y dejamos nuestra fiel casa rodante en un área para campers en Mestre, justo antes de cruzar el emblemático Puente de la Libertad. Desde allí, tomamos un camino rumbo al corazón flotante de Italia.

Pisar Venecia fue como entrar en un sueño acuático. Comenzamos nuestro recorrido por la Plaza de San Marcos, donde la Basílica homónima nos recibió con sus cúpulas doradas y mosaicos brillantes. Subimos al Campanile para disfrutar de una vista panorámica que nos dejó sin aliento: tejados rojizos entre canales plateados que serpenteaban como venas de historia.

Recorrimos a pie el laberinto de callejuelas, cruzando el Puente de los Suspiros, imaginando los ecos de prisioneros que lo cruzaban siglos atrás. Luego, navegamos en vaporetto por el Gran Canal, flanqueado por palacios que contaban historias de mercaderes, poetas y secretos de siglos pasados.

El Puente de Rialto nos ofreció la postal perfecta, góndolas deslizándose en el atardecer y mercaderes vendiendo frutas, artesanía y recuerdos. Nos perdimos entre los escaparates de máscaras venecianas y cristal de Murano hasta llegar al tranquilo barrio de Dorsoduro, donde nos esperaba una cena al aire libre con pasta fresca y vino local.

De regreso a nuestra camper, ya de noche, miramos una última vez la silueta de Venecia reflejada en el agua. Habíamos vivido una jornada mágica, inmersos en una ciudad donde el tiempo parece flotar.











Dejadme volar..., que yo a nadie hago sombra con mis alas.


A veces sólo necesitas mirar las estrellas para darte cuenta que la vida es un milagro.

No soy indeciso, solo me gusta analizar todas las formas posibles de equivocarme.















Para decir mentiras hay que tener buena memoria. Para decir verdades hay que tener valor.





Yo sabía que me iba a entretener. Por eso disfruté del viaje.

Si a un pato le quitas una pata, ¿es viudo o cojo?. Cosas como esta me quitan el sueño.



Quedate con quien te diga: "cuidate, come, agachate, ponte así..."




El síndrome de la abeja, son personas que se creen reinas y son sólo un bicho.



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