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El sol apenas se asoma sobre el horizonte, tiñendo el cielo de suaves tonos dorados. Es el comienzo de una nueva aventura en camper, con Kaş como nuestro destino, una joya escondida en la costa turquesa de Turquía.
El rugido suave del motor marca el inicio del viaje mientras nos alejamos de Konyaaltı. El paisaje cambia con cada kilómetro recorrido; las montañas y los bosques frondosos nos escoltan hasta que, finalmente, el mar aparece, vasto y brillante, como un espejo que refleja el cielo.
Al llegar a Kaş, la brisa marina nos envuelve, mezclando el aroma a sal con el de las buganvillas que adornan las callejuelas. Estacionamos nuestro camper en un lugar estratégico, con vistas al infinito azul del Mediterráneo. Es hora de explorar.
Las calles adoquinadas nos llevan a la plaza principal, donde cafeterías acogedoras y tiendas de artesanía invitan a perderse entre colores y aromas. Después, descendemos al puerto, donde barcos de madera esperan para llevar a los viajeros a las legendarias aguas de Kekova, donde la ciudad sumergida duerme bajo el vaivén del mar.
Nos aventuramos hacia las ruinas de Antiphellos, testigo de un pasado glorioso, con su teatro antiguo aún firme frente a los embates del tiempo. Nos sentamos un momento en sus gradas de piedra, disfrutando de una vista que, sin duda, ha cautivado almas durante siglos.
Con la caída del sol, regresamos a nuestro camper, preparados para contemplar un cielo repleto de estrellas. En la serenidad de la noche, el sonido de las olas nos arrulla, recordándonos que este viaje es mucho más que un recorrido por carreteras; es una inmersión en la magia de Kaş, un rincón donde historia, naturaleza y aventura convergen en perfecta armonía.
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