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El viaje continúa, y esta vez nos dirigimos a las ruinas de Myra, un enclave arqueológico que nos transporta a la antigua civilización licia. La carretera serpentea entre montañas y campos de invernaderos hasta que, finalmente, llegamos a Demre, donde las majestuosas tumbas rupestres de Myra nos reciben con su imponente presencia.
Al descender del camper, el aire cálido nos envuelve mientras avanzamos hacia el anfiteatro romano, una estructura que aún conserva su grandeza a pesar del paso de los siglos. Nos sentamos en sus gradas de piedra, imaginando los espectáculos que alguna vez cautivaron a los habitantes de esta ciudad milenaria.
Las tumbas excavadas en la roca, con sus intrincados detalles, nos cuentan historias de un pueblo que creía que sus difuntos debían reposar en lo alto para alcanzar el cielo más fácilmente. Nos acercamos a ellas, admirando la destreza con la que fueron talladas en la montaña.
Antes de partir, visitamos la Basílica de San Nicolás, el lugar donde descansan los restos del obispo que inspiró la figura de Papa Noel. La historia y la leyenda se entrelazan en este rincón de Turquía, añadiendo un toque de misticismo a nuestra travesía.
Con el sol descendiendo en el horizonte, regresamos al camper, listos para continuar nuestro viaje. Las ruinas de Myra han dejado una huella imborrable en nuestra memoria, recordándonos que cada piedra y cada rincón tienen una historia que contar.
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