El viaje desde Hochosterwitz, Austria hasta Venzone, Italia fue una travesía por paisajes cambiantes, donde cada curva de la carretera revelaba una nueva postal de la naturaleza. Desde la imponente fortaleza sobre la colina, nos despedimos de Austria mientras nuestra camper avanzaba por caminos serpenteantes que cruzaban verdes praderas y densos bosques. El sol, filtrado entre los árboles, dibujaba destellos dorados sobre el asfalto.
Poco a poco, las montañas se elevaron ante nosotros mientras nos adentrábamos en los Alpes carintios. Cascadas se deslizaban por las laderas, alimentando ríos de aguas cristalinas que corrían paralelos a la carretera. Pequeñas aldeas con tejados de madera salpicaban el valle, cada una con su propia iglesia de torre afilada. Al cruzar la frontera hacia Italia, el aire se tornó más templado, y la vegetación cambió a tonos más mediterráneos.
El camino descendió entre viñedos y campos de lavanda hasta Venzone, un pueblo amurallado que parecía suspendido en el tiempo. Al entrar en su casco antiguo, las calles de piedra y las fachadas medievales nos dieron la bienvenida. Aparcamos la camper junto a las antiguas murallas y recorrimos sus estrechas callejuelas, descubriendo rincones llenos de historia.
Visitamos la Catedral de San Andrés, cuya majestuosidad refleja la reconstrucción meticulosa tras el terremoto de 1976. También exploramos la misteriosa cripta de las momias, donde cuerpos naturalmente conservados nos recordaban el paso del tiempo. En la plaza principal, nos detuvimos a disfrutar de un café, rodeados por la paz de las montañas y el eco de siglos de historia.
El día en Venzone dejó una huella profunda, un viaje que no solo nos llevó a través de impresionantes paisajes, sino a través del legado de quienes habitaron esta tierra antes que nosotros.
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Los locos abren los caminos que más tarde recorren los sabios. |
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Dice el sabio: defiéndete con la sonrisa, ataca con el silencio y vence con la indiferencia |
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El ignorante afirma, el sabio duda y reflexiona |
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Si quieres ser sabio, aprende a interrogar razonablemente, a escuchar con atención, a responder serenamente y a callar cuando no tengas nada que decir |
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Luchamos contra tres gigantes, mi querido Sancho: la injusticia, el miedo y la ignorancia |
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No hay que confundir nunca el conocimiento con la sabiduría. El primero nos sirve para ganarnos la vida; la sabiduría nos ayuda a vivir |
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