El sol comienza a despuntar en el horizonte mientras nuestra camper se pone en marcha, dejando atrás el bullicio de la ciudad y adentrándose en la tranquilidad de la costa italiana. El aire fresco y salado nos envuelve, y el sonido del motor se mezcla con el canto de las aves que anuncian un día lleno de aventuras.
Nuestra primera parada es el majestuoso Castillo de Santa Severa, que se alza imponente junto al mar. Este castillo medieval, con su historia que se remonta a la época etrusca, nos invita a explorar sus muros y descubrir el Museo del Mar y de la Navegación Antigua. Cada rincón del castillo cuenta historias de navegantes y comerciantes que cruzaron estas aguas hace siglos. Desde las almenas, las vistas del Mediterráneo son simplemente espectaculares.
Continuamos nuestro recorrido hacia las playas de Santa Severa, donde la arena dorada y las aguas cristalinas nos reciben con los brazos abiertos. Extendemos nuestras toallas y dejamos que el sol acaricie nuestra piel mientras las olas nos susurran serenatas. Si nos animamos, podemos dar un paseo por la orilla o simplemente disfrutar de la paz que ofrece este rincón del litoral.
El hambre nos lleva a probar la gastronomía local, famosa por sus langostas frescas y otros manjares del mar. En un pequeño restaurante cercano, degustamos platos que capturan la esencia marinera de Santa Severa, acompañados de un vino blanco que realza cada sabor.
Para cerrar el día, damos un paseo por el puerto de Santa Marinella, un refugio tranquilo para embarcaciones pequeñas y un lugar perfecto para contemplar la puesta de sol. Las gaviotas vuelan sobre nuestras cabezas mientras el cielo se tiñe de colores cálidos, marcando el final de una jornada inolvidable.
De regreso a nuestra camper, estacionada bajo un cielo estrellado, reflexionamos sobre las maravillas que hemos descubierto. El suave murmullo del mar nos acompaña mientras nos preparamos para descansar, soñando con las aventuras que aún nos esperan.
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