sábado, 19 de febrero de 2022

Torija, Guadalajara, España

El segundo viaje en camper a Torija fue una experiencia emocionante y llena de nostalgia. Recordábamos con cariño nuestro primer viaje a este encantador pueblo de la provincia de Guadalajara, en España, y estábamos ansiosos por revivir esos momentos y descubrir aún más de su belleza.

Al llegar a Torija por segunda vez, encontramos un lugar familiar y acogedor para estacionar nuestra camper cerca del castillo. El imponente castillo de Torija se alzaba majestuosamente sobre la colina, recibiendo nuestros saludos como si fuéramos viejos amigos. Nos instalamos rápidamente y nos preparamos para sumergirnos en esta nueva aventura.

Al recorrer las calles empedradas de Torija, nos sentíamos como si estuviéramos caminando por la memoria. Reconocimos las fachadas históricas y las encantadoras casas de piedra que nos habían cautivado en nuestro primer viaje. Nos adentramos nuevamente en el castillo, recorriendo sus salas y torres con una mezcla de emoción y familiaridad. Disfrutamos de las vistas panorámicas, esta vez con una perspectiva más apreciativa de la grandeza del paisaje.

Durante nuestra estancia, nos sorprendió gratamente descubrir nuevos aspectos de Torija. Visitamos el Museo del Viaje a la Alcarria una vez más, recordando las historias de Camilo José Cela y sumergiéndonos en su legado literario. También exploramos otras atracciones y rincones ocultos que habíamos pasado por alto en nuestro primer viaje, como pequeñas plazas con encanto y pintorescos rincones que nos sorprendieron con su belleza.

Aprovechamos la oportunidad para degustar nuevamente la deliciosa gastronomía local. Nos dejamos tentar por los platos tradicionales de la región, disfrutando del cordero asado tierno y jugoso, las migas sabrosas y los postres dulces y tentadores. Cada bocado nos recordaba por qué nos enamoramos de la cocina castellana en nuestro primer viaje.

Durante nuestras caminatas por los alrededores de Torija, apreciamos una vez más la serenidad y la belleza de la naturaleza circundante. Observamos los campos verdes y los paisajes ondulantes que se extendían hasta donde alcanzaba la vista, respirando el aire fresco y sintiéndonos en completa armonía con el entorno.

Cada día en Torija por segunda vez fue un regalo. Nos llevamos recuerdos aún más profundos de nuestro viaje en camper, donde la familiaridad se mezclaba con la emoción de descubrir nuevos detalles y apreciar más plenamente la belleza de este encantador pueblo. Guardamos en nuestros corazones la grandeza del castillo, la calidez de sus calles y la hospitalidad de sus habitantes. Torija siempre ocupará un lugar especial en nuestros recuerdos de viaje, tanto en nuestra primera visita como en esta maravillosa segunda oportunidad.









La realidad no es lo que nos sucede, sino lo que hacemos con lo que nos sucede.








 

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