domingo, 26 de mayo de 2019

Poblet, Tarragona, Cataluña, España

Fuimos a Poblet, en Tarragona, España. Nos atraía la fama de su majestuoso monasterio, que prometía una experiencia fascinante.

Cuando llegamos a Poblet, quedamos impresionados por la imponente presencia del Monasterio de Poblet. Sus altas paredes de piedra y su arquitectura gótica nos invitaban a adentrarnos en su interior y descubrir su historia.

Exploramos los claustros del monasterio, maravillándonos con su belleza y tranquilidad. Los detalles arquitectónicos y los jardines cuidadosamente diseñados nos transportaban a un pasado lejano, cuando los monjes habitaban estos espacios sagrados.

Una de las partes más emocionantes de nuestra visita fue la iglesia, con sus altas columnas y sus impresionantes vidrieras. Nos dejamos llevar por la serenidad del lugar y disfrutamos de un momento de reflexión y admiración.

También recorrimos las dependencias monásticas, imaginando la vida diaria de los monjes y aprendiendo sobre su rutina y sus actividades. Cada habitación y cada espacio nos revelaban una parte de la historia de este importante monasterio.

Al salir del monasterio, aprovechamos para dar un paseo por los alrededores y disfrutar de la belleza natural de la zona. Pudimos contemplar los viñedos y los paisajes pintorescos que rodean Poblet, sumergiéndonos en la tranquilidad de la naturaleza.

Al final de nuestro recorrido, nos despedimos de Poblet con un profundo sentido de gratitud. Esta visita nos permitió conocer un lugar lleno de historia y espiritualidad, dejándonos una huella imborrable en nuestro viaje en camper.

 

Nunca te duermas sin un sueño ni te levantes sin un motivo.




Toda declaración de amor es urgente, porque vamos a morir.

Existe algo que el tiempo no puede anular, a pesar de su innegable capacidad destructora, los buenos recuerdos, los rostros del pasado, y las horas en que hemos sido felices.


Hay lugares donde te mantienen la mirada cuando se cruzan contigo y otros donde además te sonríen.






La maniática tarea de construir eternidades con elementos hechos de fugacidad, tránsito y olvido.


No hay máquina del tiempo más hermosa, que una vieja canción.





Cuando te gusta una flor, la arrancas, pero cuando amas una flor la cuidas y la riegas a diario. Quien entiende esto, entiende la vida.


Échame tierra y verás como florezco










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