Bajo el cielo teñido por los últimos tonos dorados del atardecer, el viaje en camper nos lleva a la histórica ciudad de Edirne, una joya turca donde la arquitectura otomana cuenta historias de siglos pasados.
Las ruedas crujen suavemente sobre el asfalto mientras dejamos atrás las largas carreteras que serpentean la región de Tracia. Al entrar en Edirne, la silueta imponente de la Mezquita Selimiye nos recibe, una obra maestra de Mimar Sinan que se alza majestuosa en el horizonte. Nos detenemos para contemplar su esplendor: los minaretes parecen tocar el cielo y su inmensa cúpula es testimonio del genio arquitectónico del Imperio Otomano.
La camper encuentra su lugar en un rincón tranquilo de la ciudad. Bajamos y nos dejamos envolver por la atmósfera vibrante de las calles. El aroma del ciğer tava, el hígado frito característico de Edirne, nos guía hacia un pequeño restaurante familiar donde los sabores tradicionales nos hacen sentir parte de la historia local.
Más allá del bullicio, cruzamos el Puente Meriç, observando cómo el río refleja las luces titilantes de la ciudad. La brisa nocturna nos acompaña mientras nos relajamos junto al agua, compartiendo historias y risas, sintiendo la serenidad de un lugar donde el pasado y el presente se entrelazan.
La noche cae, y la camper se convierte en nuestro refugio acogedor. Las luces interiores crean un ambiente cálido mientras repasamos el día y planeamos nuestro próximo destino. Edirne ha sido más que una parada en el camino; ha sido un encuentro con la historia, la cultura y la esencia de Turquía. Mañana, nuevas rutas nos esperan, pero esta ciudad ya ha dejado su huella en nuestro viaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios