sábado, 24 de mayo de 2025

Kazanlak, Bulgaria

 El sol despuntaba sobre las montañas de los Balcanes cuando nuestra camper rodó por las tranquilas calles de Kazanlak. Habíamos llegado al corazón del Valle de las Rosas, un lugar donde el aire mismo parecía estar impregnado con la fragancia sutil y embriagadora de los pétalos que dan fama a esta tierra.

Con cada rincón que explorábamos, Kazanlak nos revelaba su esencia, los talleres donde se destila el aceite de rosa más preciado del mundo, los campos que pintaban el horizonte con infinitos tonos de rosa y rojo, y los murmullos de los habitantes, quienes, con calidez, compartían sus tradiciones con nosotros.

Pero la joya de nuestro viaje fue la Ceremonia de las Rosas, un espectáculo de colores, música y danza donde la cosecha de la rosa se transformaba en una celebración de la vida. Junto a los lugareños, recogimos delicadamente los pétalos que más tarde serían convertidos en el valioso aceite. Las risas de las jóvenes vestidas con trajes típicos llenaban el aire, mientras la música folclórica nos envolvía en un torbellino de emociones.

Más tarde, nos sumergimos en el pasado visitando la Tumba Tracia de Kazanlak, una joya arqueológica que nos transportó a la época de los antiguos tracios. Sus frescos, que narran rituales y escenas de la vida cotidiana, nos dejaron maravillados por su nivel de conservación y detalle.

No faltó el paseo por el Buzludzha, el icónico y misterioso monumento soviético en lo alto de la montaña. La estructura, aunque abandonada, imponía su presencia, recordándonos los vestigios de una era pasada y el significado que aún guarda para muchos.

Al caer la tarde, nos retiramos a la camper, con el espíritu impregnado de la magia de Kazanlak. Guardamos en nuestro corazón la esencia de un día único, un día en el que la historia, la cultura y la naturaleza se habían entrelazado para regalarnos una experiencia inolvidable.




                                       

















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