lunes, 9 de julio de 2018

Trujillo, Cáceres, Extremadura, España

Con el sol apenas asomándose por el horizonte, iniciamos nuestro segundo viaje en camper a Trujillo. La ruta, ya familiar, se sentía como un reencuentro con un viejo amigo. La primera vez, Trujillo nos había sorprendido y cautivado; esta vez, estábamos decididos a profundizar en sus secretos y disfrutar de nuevas experiencias.

Al llegar, la majestuosa imagen del castillo de Trujillo nos dio la bienvenida una vez más. Aparcamos en nuestro lugar de siempre, sintiéndonos ya como lugareños. Respiramos hondo, listos para explorar rincones que no habíamos descubierto en nuestra primera visita.
 
Decidimos empezar el día con una visita a la Iglesia de Santa María la Mayor, un imponente templo gótico que domina la plaza desde lo alto. Sus impresionantes retablos y vitrales nos dejaron sin palabras, y al subir a su campanario, las vistas de Trujillo se revelaron en todo su esplendor.
 
Recordando los sabores que nos conquistaron la vez anterior, dedicamos tiempo a descubrir nuevos restaurantes y tabernas. Nos deleitamos con la gastronomía local en "El 7 de Sillerías", un lugar recomendado por los locales. Allí, probamos platos innovadores que combinaban tradición y modernidad, destacando un cochinillo crujiente y una ensalada de higos frescos.

Una de las novedades de esta visita fue el recorrido nocturno guiado por la ciudad. Con linternas en mano y una guía apasionada por la historia, caminamos por calles adoquinadas iluminadas tenuemente. Escuchamos relatos de fantasmas y leyendas que dieron vida a la historia oculta de Trujillo, añadiendo un toque místico a nuestro viaje.

Otro descubrimiento fue el Convento de la Coria, ahora convertido en un centro cultural y de investigación. Exploramos sus jardines y salas llenas de libros antiguos y documentos históricos. La paz y la serenidad del convento nos ofrecieron un respiro del bullicio del centro, y nos sumergimos en la rica historia de la región.

Al concluir nuestro segundo viaje, nos dimos cuenta de que Trujillo aún tenía mucho por ofrecer. Cada rincón y cada callejuela parecían guardar nuevas historias y secretos por descubrir. Con un sentimiento de satisfacción y el corazón lleno de nuevos recuerdos, regresamos a nuestra camper, ya soñando con una futura tercera visita.
 
Nuestro segundo viaje a Trujillo fue un redescubrimiento de su magia y encanto. Las experiencias vividas, desde la gastronomía hasta la cultura y la naturaleza, reafirmaron nuestra conexión con esta histórica ciudad. Una vez más, la comodidad y libertad de nuestra camper hicieron de este viaje algo inolvidable, dejándonos ansiosos por nuestra próxima aventura.

Así, cerramos otro capítulo en Trujillo, con la promesa de regresar y seguir explorando sus maravillas ocultas.

 
 
 















“Viajar logra lo mismo que los buenos novelistas consiguen hacer con la vida cotidiana cuando la enmarcan como si fuera una foto en un portarretratos o una gema en un anillo, de manera que las cualidades intrínsecas de las cosas se vuelven más claras. Viajar logra hacer eso con la materia de la que está hecha nuestra vida cotidiana, dándole los contornos nítidos y significados del arte”.

“Lo primero que hay que hacer para entender a un nuevo país es olfatearlo”.

“El viajar solamente tiene glamour cuando se lo mira en retrospectiva”.


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