viernes, 4 de mayo de 2018

Trujillo, Cáceres, Extremadura, España

 
La madrugada aún reinaba cuando partimos hacia Trujillo en nuestra camper. El suave ronroneo del motor y la fresca brisa matutina nos llenaban de deseos por llegar. Armados con mapas, guías de viaje y un espíritu aventurero, nos lanzamos a descubrir los encantos de esta histórica ciudad extremeña.
 
Al llegar, la majestuosa silueta del castillo de Trujillo nos dio la bienvenida, dominando el horizonte desde su colina. Aparcamos la camper cerca del casco histórico, un punto estratégico para comenzar nuestra exploración. El sol ya brillaba alto, iluminando las antiguas piedras de la ciudad.

Nuestro primer destino fue la Plaza Mayor, un vibrante corazón medieval rodeado de soportales y palacios renacentistas. Los detalles arquitectónicos nos transportaron a épocas pasadas, mientras imaginábamos las historias de conquistadores y nobles que alguna vez caminaron por allí. Disfrutamos de un café en una terraza, observando la vida cotidiana de los locales y turistas.

La caminata hasta el castillo nos recompensó con vistas panorámicas impresionantes. Desde sus murallas, pudimos apreciar la extensión de la comarca y entender por qué este lugar fue tan estratégico. Exploramos sus torres y patios, maravillados por su estado de conservación y la historia que emanaba de cada rincón.

No podíamos dejar de visitar la casa-museo de Francisco Pizarro, un viaje fascinante a través de la vida del famoso conquistador. La colección de arte y artefactos nos brindó una visión única de su época y hazañas. También nos detuvimos en el Museo de la Coria, donde la arqueología y la etnografía se combinan para contar la historia de la región.

Al caer la tarde, nos aventuramos a probar la comida de Trujillo. En un acogedor bar, saboreamos tapas tradicionales como las migas extremeñas, cordero asado y un buen vino de la zona. La calidez de la gente y los sabores auténticos hicieron de esta experiencia algo inolvidable.

Terminamos el día regresando a nuestra camper, estacionada en un tranquilo área de pernocta. Desde allí, disfrutamos de una vista estrellada del cielo extremeño, reflexionando sobre las maravillas de Trujillo y planificando nuestras próximas aventuras. La comodidad y la libertad que nos brindaba nuestra casa sobre ruedas eran inigualables, prometiendo muchas más historias por venir.

A la mañana siguiente, con el primer rayo de sol, nos preparamos para partir. Trujillo nos había encantado con su rica historia, arquitectura impresionante y hospitalidad. Este viaje en camper había sido una mezcla perfecta de descubrimiento y comodidad, dejándonos con ganas de explorar más rincones mágicos de España.




































































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