Santoña, en la región de Cantabria, España. Sabíamos que este destino era imprescindible en nuestro recorrido, ya que nos ofrecía una combinación perfecta de historia, naturaleza y gastronomía.
Al llegar a Santoña, nos encontramos con un pintoresco pueblo costero que nos recibió con su encanto marinero. Con nuestras bicicletas listas para explorar, nos adentramos en las calles estrechas y empedradas, rodeadas de casas de colores y fachadas de piedra. El ambiente tranquilo y relajado nos invitaba a sumergirnos en la esencia de la vida local.
Nuestra primera parada obligada fue el impresionante Monte Buciero, un enclave natural protegido que dominaba el paisaje. Con nuestras mochilas cargadas de provisiones, emprendimos una caminata hasta el Faro del Caballo, ubicado en lo alto de un acantilado. Las vistas panorámicas desde allí eran simplemente espectaculares, con el mar extendiéndose hasta donde alcanzaba la vista. Sentados en un risco, disfrutamos de un picnic mientras nos deleitábamos con la brisa marina y el sonido de las olas rompiendo contra las rocas.
De vuelta en el pueblo, nos sumergimos en la historia marítima de Santoña visitando el Fuerte de San Martín. Este antiguo bastión defensivo nos transportó en el tiempo, permitiéndonos imaginar cómo los soldados vigilaban el mar en busca de posibles amenazas. Recorrimos sus pasadizos subterráneos y exploramos sus murallas, maravillándonos con la ingeniería y el trabajo realizado siglos atrás.
Y cómo no mencionar la visita obligada al puerto pesquero de Santoña. Nos dejamos llevar por el bullicio de los pescadores y la frescura del mar mientras observábamos cómo llegaban las embarcaciones cargadas de pescado fresco. No pudimos resistir la tentación de probar las famosas anchoas de Santoña, un manjar de la gastronomía local. Nos sentamos en un acogedor restaurante junto al puerto y saboreamos cada bocado de este delicioso manjar.
Además de su riqueza histórica y culinaria, Santoña nos ofreció también la oportunidad de disfrutar de sus hermosas playas. Nos relajamos en la Playa de Berria, con su arena dorada y sus aguas cristalinas. Tomamos el sol, nos zambullimos en el mar y nos dejamos llevar por la serenidad y la belleza del entorno.
Con el corazón lleno de experiencias inolvidables, nos despedimos de Santoña. Este encantador pueblo nos regaló momentos de autenticidad, cultura y belleza natural. Cantabria nos dejó maravillados una vez más, y Santoña se convirtió en un destino imprescindible en nuestro viaje en camper.

No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios