Comenzamos nuestro recorrido por la Rue du Jerzual, una pintoresca calle empedrada que desciende hacia el puerto de Dinan. Disfrutamos de las vistas panorámicas del río Rance mientras descendíamos por las empinadas calles, admirando las casas medievales que bordean el camino.
Una vez en el puerto, nos encontramos con un ambiente animado y marítimo. Observamos los barcos amarrados en el muelle y disfrutamos de un paseo junto al agua. Desde allí, decidimos dar un tranquilo paseo en barco por el río Rance, disfrutando de las vistas panorámicas de la ciudad y los paisajes circundantes.
Después de nuestro paseo en barco, subimos de nuevo a la ciudad y nos dirigimos hacia el imponente Castillo de Dinan. Este castillo medieval, situado en lo alto de la colina, nos ofreció una vista impresionante de la ciudad y los alrededores. Exploramos sus torres, muros y salones, maravillándonos con la arquitectura y la historia que se respiraba en cada rincón.
Continuamos nuestro recorrido por las calles de Dinan, descubriendo encantadoras tiendas de artesanía, boutiques y galerías de arte. Nos detuvimos en una crepería tradicional para saborear las deliciosas crepes bretonas, un verdadero deleite gastronómico de la región.
No podíamos dejar Dinan sin visitar la Basílica de San Salvador, una hermosa iglesia gótica que domina el paisaje urbano. Nos adentramos en su interior, admirando sus impresionantes vidrieras y la serenidad del lugar.
Finalmente, nos perdimos por las estrechas calles y callejones de Dinan, dejándonos llevar por su encanto medieval. Nos detuvimos en una cafetería para disfrutar de un café y observar la vida cotidiana de esta ciudad llena de historia.
Nuestra visita a Dinan fue un viaje en el tiempo, sumergiéndonos en la Edad Media y disfrutando de su autenticidad y belleza. Nos despedimos de esta encantadora ciudad con la promesa de volver en el futuro para seguir explorando sus rincones y descubrir más de su rica historia. Sin duda, Dinan es un lugar imprescindible en un viaje en camper por la región de Bretaña.
El tiempo es una de las pocas cosas importantes que nos quedan. |
Hago
mi camino cansado y polvoriento, y detenida y dudosa queda tras de mí
la juventud, que baja su hermosa cabeza y se niega a acompañarme. |
Las palabras amables como la miel, endulzan la vida y sanan el cuerpo. |
La belleza no hace feliz al que la posee, sino a quien puede amarla y adorarla. |
Si para divertirte necesitas el permiso de los demás, entonces eres verdaderamente un pobre diablo. |
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