Durante nuestro viaje en camper, decidimos visitar el impresionante Monte Saint-Michel, ubicado en Normandía, Francia. Nos atraía su belleza arquitectónica y su ubicación única en medio de un estuario.
Al acercarnos al Monte Saint-Michel, quedamos maravillados por su majestuosidad. Su imponente abadía, construida en lo más alto de la roca, se alzaba sobre las estrechas calles empedradas y las casas de época que rodeaban el monte. Nos adentramos en el laberinto de callejuelas y escaleras, explorando cada rincón de este lugar histórico.
Una vez dentro de la abadía, nos quedamos asombrados por su arquitectura gótica y sus impresionantes vistas panorámicas. Recorrimos sus salas y pasillos, imaginando la vida monástica que alguna vez ocupó este lugar. Desde lo alto de la abadía, contemplamos el vasto paisaje circundante, con las mareas cambiando y la belleza natural que lo rodea.
Después de explorar la abadía, nos aventuramos a caminar por los senderos alrededor del monte y descubrimos la belleza de la bahía. El paisaje cambió con las mareas, revelando o escondiendo los bancos de arena y creando una experiencia única. Disfrutamos de la tranquilidad y la serenidad de este entorno natural impresionante.
Además de su importancia histórica y su belleza natural, el Monte Saint-Michel nos ofreció una experiencia culinaria memorable. Probamos platos tradicionales de la región, como el famoso cordero de pré-salé y los deliciosos mariscos frescos y la famosísima tortilla de la Mere Poulard. Nos deleitamos con sabores auténticos y nos sumergimos en la rica gastronomía normanda.
En general, nuestra visita al Monte Saint-Michel fue una experiencia mágica. Quedamos impresionados por su grandiosidad, su historia y su belleza. Fue un viaje que nos transportó en el tiempo y nos permitió apreciar la magnificencia de este lugar único en el mundo. El Monte Saint-Michel sin duda dejó una huella imborrable en nuestros recuerdos de viaje.
| La juventud es feliz porque tiene la capacidad de ver la belleza. Cualquiera que conserve la capacidad de ver la belleza jamás envejece. |
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| Cuando volvimos a casa, nos hicimos la famosa tortilla de la mére Poulard. Fue muy fácil y nos salió riquísima... |
Reflexionar serena, muy serenamente, es mejor que tomar decisiones desesperadas. |
| La desgracia de Don Quijote no fue su fantasía, sino Sancho Panza. |
Todas las batallas se pierden o se ganan primero en la mente (Juana de Arco) |

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