El rugido del motor marca el inicio de una nueva aventura. Con el amanecer tiñendo de dorado el horizonte, el camper avanza por carreteras serpenteantes que cruzan valles y montañas, acercándose a su destino, Constanza, Rumanía. Cada kilómetro recorrido trae consigo paisajes cambiantes, desde las verdes praderas de Europa Central hasta las vastas llanuras de los Balcanes.
Las paradas en pintorescos pueblos añaden color al viaje, aromas a pan recién horneado en panaderías locales, conversaciones con lugareños que comparten historias de su tierra, y pequeños descubrimientos en mercados callejeros. La carretera, aunque larga, está llena de momentos que se graban en la memoria.
Finalmente, el mar Negro aparece en el horizonte, reflejando el cielo como un espejo infinito. Constanza recibe a los viajeros con su mezcla de historia y modernidad, ruinas antiguas que susurran relatos de tiempos romanos, playas donde la brisa salada acaricia la piel, y un bullicioso puerto que marca el ritmo de la ciudad. Aquí, el viaje no solo termina, sino que se transforma en recuerdos que quedarán por siempre.
Una odisea sobre ruedas, un viaje donde cada kilómetro tiene su propia historia.
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