El viaje nos llevó más allá de las terrazas de travertino de Pamukkale, hacia las ruinas de Hierápolis, una ciudad que alguna vez fue un próspero centro helenístico y romano. Al caminar por sus calles de piedra, el pasado cobraba vida entre los restos de templos, baños termales y un teatro que aún conserva su majestuosidad
La necrópolis de Hierápolis, una de las más grandes de Anatolia, nos impresionó con sus tumbas de mármol y sarcófagos esparcidos por el paisaje. Cerca del templo de Apolo, encontramos el Plutonio, una misteriosa gruta que los antiguos consideraban una entrada al inframundo. La historia y la mitología se entrelazaban en cada rincón, haciendo de la visita una experiencia fascinante.
Desde lo alto del teatro, la vista se extendía sobre el valle, con las blancas formaciones de Pamukkale brillando a la distancia. Hierápolis no solo ofrecía un viaje a través del tiempo, sino también una conexión con la grandeza de civilizaciones que dejaron su huella en este rincón de Turquía.
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