lunes, 26 de mayo de 2025

Varna, Bulgaria

 El sol bañaba nuestra camper con su luz dorada mientras rodábamos por las calles de Varna, la perla del mar Negro. El aire salado y la brisa marina nos daban la bienvenida a una ciudad que rezuma historia y encanto en cada esquina.

Nuestra primera parada fue la majestuosa Catedral de la Dormición, cuyos domos dorados resplandecían bajo la luz del día. Al cruzar sus puertas, nos envolvió el aroma a incienso y las suaves melodías del coro ortodoxo. La belleza de los frescos y la solemnidad del lugar nos dejaron sin palabras.

Continuamos hacia el antiguo Teatro de Varna, un monumento a la cultura y las artes. Nos imaginamos los ecos de los aplausos de antaño, cuando las representaciones cautivaban a la audiencia. Sus imponentes columnas y elegante arquitectura nos transportaron a épocas pasadas, donde el arte era el alma de la ciudad.

Las Termas Romanas, ruinas de un glorioso pasado imperial, nos revelaron el esplendor de la antigua Odessos. Caminamos entre los restos de lo que una vez fue un centro de bienestar y sociabilidad, maravillados por la resistencia del tiempo y la historia grabada en cada piedra.

Luego, nos dirigimos a la extensa Varna Beach, donde la arena fina acariciaba nuestros pies y el sonido de las olas era la melodía perfecta para un momento de descanso. Nos tumbamos bajo el cielo azul, sintiendo el abrazo del sol y dejándonos llevar por la tranquilidad del mar.

Nuestra ruta nos llevó a una discreta pero impresionante Iglesia Ortodoxa, donde la fe y la tradición se entrelazan con la historia. Observamos con respeto las icónicas imágenes de santos, mientras los rayos de luz filtrados por las vidrieras iluminaban los rostros de los devotos en oración.

Finalmente, paseamos por el maravilloso Sea Garden, el pulmón verde de la ciudad. Sus senderos nos llevaron por jardines exquisitos, fuentes danzantes y rincones de ensueño. La serenidad y belleza del parque nos hicieron detenernos más de una vez, simplemente para disfrutar del momento.

El sol comenzaba a ocultarse en el horizonte cuando, finalmente, regresamos a nuestra fiel camper, con el corazón lleno de recuerdos inolvidables. Varna nos había recibido con su historia, su belleza y su hospitalidad, dejando una huella imborrable en nuestra travesía.


Y fue cuando estaba cayendo, que abrí mis alas y aprendí a volar (Juan S. Gaviota)
























Las llaves de la persistencia, abren todas las cerraduras cerradas por la resistencia.











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