viernes, 14 de junio de 2024

Ujué, Navarra, España

 

Era una mañana luminosa cuando arrancamos nuestra camper, listos para dejar atrás la rutina y embarcarnos en una nueva aventura hacia Ujué, un pintoresco pueblo medieval en Navarra. Con la camper bien aprovisionada y la música perfecta sonando, nos dirigimos hacia nuestro destino, disfrutando del paisaje que se desplegaba ante nosotros.

El viaje en sí ya era una experiencia digna de recordar. La carretera nos ofrecía vistas impresionantes de verdes valles y montañas lejanas, cada curva revelando un nuevo rincón de la hermosa región navarra. Decidimos hacer una breve parada en un mirador para estirar las piernas y apreciar el vasto paisaje que nos rodeaba. Allí, con una taza de café caliente en mano, respiramos el aire puro y nos llenamos de energía para continuar.

Al llegar a Ujué, el encanto del pueblo nos envolvió de inmediato. Sus calles empedradas y estrechas parecían susurrar historias de antaño. La camper nos permitió estacionar en las afueras y adentrarnos a pie en el corazón del pueblo. La iglesia fortaleza de Santa María de Ujué, con su imponente estructura gótica, nos recibió en la cima de la colina, ofreciendo unas vistas panorámicas impresionantes de los alrededores.

Caminamos por las calles, explorando cada rincón y disfrutando de la arquitectura medieval que caracteriza a Ujué. Las casas de piedra, adornadas con flores en los balcones, añadían un toque de color y vida. Nos detuvimos en una pequeña taberna local para probar las famosas migas de pastor y un buen vino de la región. La hospitalidad de su gente nos hizo sentir como en casa. 

Desde la cima de la colina, al atardecer, observamos cómo el sol se deslizaba lentamente detrás de las montañas, bañando el pueblo en una cálida luz dorada. Decidimos regresar a nuestra camper y preparar una comida sencilla mientras disfrutábamos de la vista. Las estrellas comenzaron a brillar en el cielo, y nos sentimos en paz, rodeados por la tranquilidad del lugar.

Pasamos la noche en nuestra acogedora camper, recordando las aventuras del día y planificando las próximas. Ujué había sido una experiencia inolvidable, un viaje en el tiempo a través de sus calles históricas y su cultura vibrante. Nos prometimos regresar algún día, para descubrir más de sus secretos y disfrutar de su belleza tranquila.

A la mañana siguiente, con el sol brillando nuevamente, nos preparamos para despedirnos de Ujué. El viaje en camper nos había permitido explorar a nuestro propio ritmo, deteniéndonos cuando y donde queríamos. Mientras nos alejábamos, dejamos un pedacito de nuestro corazón en Ujué, llevándonos a cambio recuerdos imborrables de un pueblo que parece detenido en el tiempo, pero lleno de vida y encanto.

Nuestro viaje a Ujué había sido todo lo que habíamos soñado y más. La camper nos ofreció la libertad de explorar, y Ujué nos brindó su historia, su gente y sus paisajes. Fue un viaje para recordar y, sin duda, un lugar al que querríamos regresar algún día.

 

 

Si amaste mucho un lugar, no cometas el error de visitarlo dos veces, porque al volver, no estas intentando encontrar el lugar, estas intentando encontrar el tiempo, y el tiempo ya no está, ya se fue. Y esta regla vale lo mismo para los lugares que para las personas.







He sido un hombre afortunado en la vida, nada me resultó fácil


El género humano es más moral de lo que piensas y mucho más inmoral de lo que puedas imaginar.


El hombre virtuoso se contenta soñando lo que el malvado hace en la vida real.


De error en error se descubre la verdad completa.





La civilización comenzó el momento en que un hombre cabreado lanzó una palabra en lugar de lanzar

una piedra.


Nadie manda si nadie obedece.

Cuanto más accesibles son los frutos del conocimiento, más extendido es el declive de las creencias religiosas.






jueves, 13 de junio de 2024

Aoiz, Navarra, España

La emoción se apoderó de nosotros desde el momento en que decidimos emprender nuestro viaje a Aoiz, un encantador municipio en la Comunidad Foral de Navarra. Nuestra camper estaba lista, equipada con todas las comodidades para disfrutar de unos días rodeados de naturaleza y cultura. Partimos temprano, adentrándonos en un paisaje que prometía ser espectacular.

El camino hacia Aoiz fue una delicia visual. A medida que nos acercábamos, el paisaje se transformaba en verdes colinas y valles. Llegamos al pueblo en la mañana soleada, y desde el primer momento, Aoiz nos cautivó con su aire tranquilo y sus pintorescas calles adoquinadas. Estacionamos la camper en un área, perfecta para los viajeros como nosotros, cerca del centro del pueblo.

Nuestra primera parada fue la Plaza de los Fueros, el corazón de Aoiz. Este amplio espacio nos ofreció una vista perfecta de los edificios históricos que rodean la plaza, incluyendo el Ayuntamiento, con su fachada de piedra y balcones adornados con flores. Nos detuvimos a tomar un café en una de las terrazas, disfrutando del ambiente acogedor y observando la vida cotidiana de la gente del lugar.

No podíamos dejar de visitar la iglesia de San Miguel, un impresionante edificio gótico que se alza majestuosamente en el pueblo. Sus detalles arquitectónicos y su interior lleno de historia nos dejaron maravillados. También recorrimos el puente medieval de Aoiz, una estructura que ha resistido el paso del tiempo y que ofrece unas vistas impresionantes del río Irati y sus alrededores.

Una de las mejores partes de nuestro viaje fue explorar la naturaleza que rodea Aoiz. Equipados con nuestras mochilas, nos aventuramos por el sendero  paralelo al rio Irati que nos persiguió desde la selva de Irati hasta este destino. La caminata fue revitalizante, con el aire fresco de la montaña y el canto de los pájaros como nuestra banda sonora. Al llegar al embalse, fuimos recibidos por un paisaje sereno de aguas cristalinas reflejando el cielo azul.
 

Las noches en Aoiz fueron mágicas. Estacionamos nuestra camper en un lugar tranquilo a las afueras del pueblo, desde donde podíamos contemplar el cielo estrellado. Sentados junto a una fogata, compartimos historias y risas, disfrutando de la paz y la quietud del entorno. Fue un momento perfecto para desconectar y conectar con la naturaleza y con nosotros mismos.

Aprovechamos el último momento en Aoiz para dar un paseo por el pueblo, absorbiendo cada detalle y despidiéndonos de este rincón encantador de Navarra. Antes de partir, prometimos volver algún día, sabiendo que Aoiz siempre tendría un lugar especial en nuestros corazones.

Este viaje en camper a Aoiz fue una experiencia inolvidable, una mezcla perfecta de aventura, cultura y naturaleza que nos dejó con ganas de seguir explorando y descubriendo más lugares hermosos como este.











Las personas son como los vinos, la edad agría los malos  y mejora a los buenos.






Los que en realidad aman la vida son aquellos que están envejeciendo.









 

miércoles, 12 de junio de 2024

Elizondo, Valle del Baztán, Navarra, España

Partimos de madrugada, con la camper cargada de provisiones y llenos de entusiasmo. El destino, Elizondo, en el encantador Valle del Baztán, Navarra. Atravesamos carreteras, rodeados de montañas cubiertas de una espesa vegetación, y a cada kilómetro, el paisaje se volvía más impresionante.

Al llegar a Elizondo, el principal núcleo urbano del Valle del Baztán, nos recibieron calles empedradas y  nos llamaron la atención un sinnúmero de casas señoriales con balcones adornados de flores.

Nos detuvimos en el casco antiguo de Elizóndo, en la Plaza de los Fueros, el corazón del pueblo, donde los locales se reunían y el aroma de los panes recién horneados nos tentaba desde las panaderías cercanas. Admiramos el Palacio de Arizkunenea, una impresionante edificación del siglo XVIII, y la iglesia de Santiago, con su impresionante campanario.

No podíamos irnos sin probar quesos locales, que compramos en el mercadillo al aire libre que ponían todos los jueves, donde también compramos unas botellas de sidra que en cuanto se enfriaron fueron el menú de ese día. Cada bocado era un homenaje a la rica tradición culinaria del valle.

El Valle del Baztán es un paraíso para los amantes de la naturaleza, así que decidimos emprender una ruta de senderismo. Elegimos el sendero que lleva a las Cuevas de Urdazubi-Urdax, un recorrido que nos ofreció vistas espectaculares de colinas verdes y bosques frondosos. El aire fresco y limpio y el canto de los pájaros nos acompañaron durante todo el camino.

Aprovechamos nuestra estancia para visitar algunos de los pintorescos pueblos cercanos. En Ziga, subimos a su mirador desde donde se puede contemplar todo el valle, una vista que quita el aliento. En Amaiur, recorrimos el pequeño pueblo y subimos al Monte Gaztelu para ver las ruinas del castillo y el monumento a los últimos defensores de Navarra.

Uno de los momentos más mágicos del viaje fue nuestra visita al bosque de Quinto Real. Nos internamos en este bosque de ensueño, donde los robles centenarios y los helechos gigantes creaban un ambiente casi sobrenatural. El susurro del viento entre las hojas y el suave crujir de nuestras pisadas en la hojarasca nos hicieron sentir parte de un cuento de hadas.

Con el corazón lleno de memorias y la promesa de volver, nos despedimos de Elizondo. Nuestro viaje en camper por el Valle del Baztán fue una experiencia que nos conectó profundamente con la naturaleza y la cultura de Navarra. 

Aunque ya habíamos leído uno de los libros de Dolores Redondo, a partir de ahora nos leeremos los que nos faltan de la trilogía, y seguro que lo haremos con otros ojos, llenos de paisaje y personajes imaginarios más reconocibles.

Encendimos el motor de nuestra camper y emprendimos el camino de regreso, sabiendo que llevábamos con nosotros un pedacito de este valle mágico.

El Valle del Baztán y Elizondo nos ofrecieron una mezcla perfecta de historia, naturaleza y hospitalidad. Cada rincón del valle escondía una nueva aventura y nos dejó con el deseo de explorar aún más en futuras escapadas.







La mejor manera de evitar que un prisionero escape es asegurarse de que nunca sepa que está en prisión.

Me volví loco, con largos intervalos de horrible cordura.

Algunas personas son tan falsas que ya no distinguen que lo que piensan es lo contrario de lo que dicen.

Soy tan buena persona, que si mando a alguien a la mierda, a los cinco minutos lo estoy llamando a ver si ha llegado bien.

Golpean al lobo hasta que muerde, y luego dicen que es malo.

La vida es el arte de encontrarse.





El problema de la vivienda, es el mismo en todos sitios.



El hombre es aceptado en la iglesia por sus creencias, y rechazado por sus conocimientos.






Menos mal que en Elizondo sólo se habla Vasco y Castellano y no estábamos en ningún país anglófono.

Nadie se da cuenta de que algunas personas gastan una tremenda energía simplemente para ser normales.

Los cobardes nunca empiezan, los débiles nunca terminan, los ganadores nunca se rinden.

Creo que todos tenemos un poco de esa bella locura que nos mantiene andando cuando todo alrededor es tan insanamente cuerdo.



Cómo culpar al viento del desorden, si fui yo quien dejó la  ventana abierta.