lunes, 10 de junio de 2024

Roncesvalles, Navarra, España

El amanecer rompió suavemente sobre el horizonte cuando nos pusimos en marcha hacia Roncesvalles. Las primeras luces del día pintaban el cielo con tonos rosados y naranjas mientras nuestra camper se deslizaba por las carreteras sinuosas que conducen al corazón de Navarra. La promesa de visitar un lugar tan emblemático nos llenaba de emoción.

Al llegar a Roncesvalles, la quietud del lugar nos envolvió. Aparcamos la camper cerca del Real Colegiata de Roncesvalles, el imponente monasterio que se erige como un faro espiritual para peregrinos de todo el mundo. La piedra gris de sus muros contrastaba con el verde intenso de los bosques que la rodean, creando una escena sacada de un cuento de hadas.

Nuestro primer destino fue, naturalmente, la Real Colegiata. Entramos en la iglesia, donde la luz filtrada por los vitrales bañaba el interior en una cálida gama de colores. La serenidad del lugar era palpable. Nos detuvimos un momento para admirar el impresionante retablo gótico y sentir la energía de siglos de historia.

Roncesvalles es un punto crucial en el Camino de Santiago, y no podíamos dejar de experimentar un poco de lo que sienten los peregrinos al inicio de su travesía. Caminamos por el sendero que se extiende hacia los Pirineos, bordeado de hayas y robles que susurraban historias antiguas con cada brisa. Encontramos a varios peregrinos en su camino, compartiendo breves palabras de aliento y sonrisas cómplices.

Uno de los lugares más interesantes fue el Silo de Carlomagno, una cripta medieval que, según la leyenda, alberga los restos de los soldados de Carlomagno caídos en la Batalla de Roncesvalles. El lugar emanaba una atmósfera misteriosa, casi mágica, y no pudimos evitar sentir un profundo respeto al estar allí.

Después de una mañana llena de exploración, nos dirigimos a una taberna local para disfrutar de la gastronomía navarra. Saboreamos tapas tradicionales como la trucha a la navarra y el cordero al chilindrón, acompañados de un buen vino del lugar. La comida, rústica y deliciosa, era el complemento perfecto para nuestro día.

Por la tarde, visitamos el claustro y la biblioteca del monasterio. El claustro, con su arquitectura sobria y elegante, ofrecía un lugar de paz y reflexión. La biblioteca, repleta de manuscritos y libros antiguos, nos transportó a épocas pasadas, recordándonos la importancia de Roncesvalles como centro de cultura y aprendizaje.

Decidimos concluir nuestra visita con un paseo al atardecer. Las sombras se alargaban y el aire fresco de la montaña llenaba nuestros pulmones. Nos sentamos en un banco, observando cómo el sol se escondía detrás de las montañas, tiñendo el cielo de colores cálidos. La paz y la belleza del momento eran indescriptibles.

Finalmente, regresamos a nuestra camper, sintiéndonos renovados y enriquecidos por la experiencia. Roncesvalles, con su mezcla de historia, espiritualidad y naturaleza, nos había ofrecido mucho más de lo que esperábamos. Mientras encendíamos el motor para continuar nuestro viaje, sabíamos que llevábamos con nosotros un pedacito de Roncesvalles en nuestros corazones.









Si matas una cucaracha eres un héroe. Si matas una hermosa mariposa, eres malo. La moral tiene criterios estéticos.



Bien  visto, el mundo en el que nacimos ya no existe.  




Quién te cabrea es quien te domina.


Burocracia, es el arte de convertir en difícil lo fácil por medio de lo inútil.





 

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