El amanecer pintaba el cielo con tonos de rosa y dorado mientras nos preparábamos para partir en nuestra camper hacia Dantxarinea, Navarra. El aire fresco de la mañana llenaba nuestros pulmones de energía y anticipación. El trayecto, a través de las carreteras rodeadas de verdes colinas y densos bosques, prometía un día lleno de descubrimientos y aventuras en este pintoresco rincón del País Vasco francés.
A medida que nos acercábamos a Dantxarinea, el paisaje se volvía aún más espectacular, con montañas majestuosas que se alzaban en el horizonte y pequeños ríos por los valles. Llegamos al pueblo y aparcamos nuestra camper en una zona tranquila cerca del centro, listos para explorar todo lo que Dantxarinea tenía para ofrecer.
Nuestra primera parada fue el mercado fronterizo, un bullicioso centro de actividad donde se pueden encontrar todo tipo de productos locales, desde quesos y embutidos hasta artesanías y vinos. Paseamos por los puestos, maravillándonos con la variedad de colores y aromas que nos rodeaban. Decidimos comprar algunos productos frescos para disfrutar más tarde en nuestra camper
Desde el mercado, nos dirigimos a la iglesia de San Miguel, una pequeña pero encantadora iglesia que se alza en el corazón de Dantxarinea. La simplicidad de su arquitectura, con su campanario de piedra y su interior austero pero acogedor, nos invitaba a un momento de reflexión y paz. Las vidrieras dejaban pasar una luz suave que iluminaba el altar, creando un ambiente de serenidad.
Con el mediodía acercándose, decidimos aventurarnos en un sendero cercano que nos llevaba a través de los exuberantes bosques. El sendero entre árboles altos y musgo verde, y cada paso nos acercaba más a la naturaleza. Nos encontramos con pequeñas cascadas y arroyos cristalinos, donde el sonido del agua corriendo era como una melodía natural. Hicimos una pausa para disfrutar de un tentempié junto a uno de estos arroyos, saboreando los productos que habíamos comprado en el mercado mientras nos rodeaba la tranquilidad del bosque.
Por la tarde, regresamos al pueblo para visitar una de las atracciones más singulares de Dantxarinea, las ventas de frontera. Estos establecimientos, ubicados justo en la línea que separa España de Francia, ofrecen una curiosa mezcla de productos de ambos países. Exploramos varias tiendas, disfrutando de la experiencia de encontrar productos franceses y españoles. Compramos algunos recuerdos y degustamos deliciosos chocolates y pasteles locales.
Para la cena, nos dirigimos a un pequeño restaurante familiar recomendado por gentes del lugar que nos encontramos. Nos deleitamos con una comida tradicional navarra, con una ensalada de bacalao, seguida de cordero y, para terminar, un pastel vasco de cerezas casero. Cada bocado era una explosión de sabor, y la hospitalidad del personal nos hizo sentir como en casa.
Al caer la noche, regresamos a nuestra camper y nos dirigimos a un mirador cercano para disfrutar de las últimas luces del día. Desde allí, teníamos una vista panorámica del valle y las montañas circundantes, con el cielo tiñéndose de naranjas y púrpuras mientras el sol se ocultaba. Nos sentamos en silencio, dejando que la belleza del momento nos envolviera.
Nos sentimos agradecidos por el día lleno de experiencias y descubrimientos. Dantxarinea, con su mezcla de naturaleza, cultura y hospitalidad, había dejado una huella imborrable en nuestros corazones. Mientras, soñábamos con las futuras aventuras que nuestra camper nos llevaría a vivir en este maravilloso rincón del mundo.
viernes, 7 de junio de 2024
Dantxarinea, Navarra, España
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios