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Alberobello, un lugar que parece salido de un cuento de hadas, nos recibió con su singular encanto y sus icónicos trullos, esas construcciones de piedra con techos cónicos que han hecho famosa a esta ciudad. Con nuestra camper estacionada, nos adentramos en este pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Comenzamos en el Trullo Sovrano, el único trullo de dos pisos en Alberobello. Su interior nos permitió imaginar cómo era la vida en estas peculiares viviendas hace siglos. Desde allí, paseamos por el Rione Monti, el barrio más famoso, donde cientos de trullos se alinean formando un paisaje único.
La Casa D’Amore, otro lugar emblemático, nos contó la historia de cómo Alberobello se convirtió en un pueblo oficial. Cada rincón parecía tener una historia que contar, y las calles empedradas nos guiaron hacia la Basílica de los Santos Cosme y Damián, un lugar de paz y espiritualidad.
Para completar la experiencia, disfrutamos de la gastronomía local en una trattoria acogedora. Saboreamos platos como la focaccia y los panzerotti, acompañados de un vino que parecía embotellar la esencia de Apulia.
Alberobello nos ofreció una mezcla perfecta de historia, arquitectura y hospitalidad. Cada momento en esta ciudad fue un regalo, y mientras la camper nos llevaba de regreso, sabíamos que Alberobello había dejado una marca especial en nuestros corazones.
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