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Bari, la vibrante capital de Apulia, nos recibió con los brazos abiertos y una brisa marina que parecía susurrar historias de antaño. Con nuestra camper estacionada y las guías en mano, nos adentramos en esta ciudad que combina tradición y modernidad con una elegancia única.
Nuestro recorrido comenzó en la Basílica de San Nicolás, un lugar emblemático que no solo es un tesoro arquitectónico, sino también un punto de encuentro espiritual para peregrinos de todo el mundo. Las columnas y los frescos nos transportaron a una época en la que la fe y el arte se entrelazaban de manera sublime.
Desde allí, nos dirigimos al Castillo Normando-Suevo, una fortaleza imponente que ha sido testigo de siglos de historia. Caminamos por sus pasillos y patios, imaginando las historias de caballeros y reyes que alguna vez habitaron este lugar.
Las calles de Bari Vecchia, el casco antiguo, nos invitaron a perdernos entre sus laberínticos callejones. Aquí, las mujeres locales preparaban orecchiette caseras, una pasta típica de la región, mientras el aroma de la focaccia recién horneada llenaba el aire. No pudimos resistirnos a probarla en el famoso Panificio Fiore, ¡una delicia que quedará grabada en nuestro paladar!
La Catedral de San Sabino fue otra parada obligatoria, con su impresionante arquitectura románica que nos dejó maravillados. Y para cerrar el día, paseamos por el Lungomare Nazario Sauro, el paseo marítimo, donde el sonido de las olas y la vista del Adriático nos regalaron un momento de paz y reflexión.
Bari nos mostró su alma a través de su historia, su gastronomía y su gente. Cada rincón de esta ciudad nos dejó una huella imborrable, y mientras la camper nos llevaba de regreso, sabíamos que Bari siempre tendría un lugar especial en nuestros recuerdos.
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