viernes, 13 de junio de 2025

Graz, Austria

 Bajo el cielo azul de Austria, el sol iluminaba las calles empedradas de Graz mientras emprendíamos nuestro viaje por esta joya oculta. Al adentrarnos en su casco histórico, nos encontramos rodeados por imponentes edificios renacentistas y barrocos que parecían susurrar historias de siglos pasados.

Nuestra primera parada fue el Schlossberg, la colina que domina la ciudad con su emblemática Torre del Reloj.  Allí nuestros caminos se cruzaron con Ines y Alba, dos agradables y preciosas alicantinas ingeniera y enfermera y subimos por las escalinatas, sintiendo cómo la historia nos envolvía con cada paso. Desde la cima, Graz se desplegaba ante nosotros como un cuadro vivo: tejados rojizos, plazas vibrantes y el río Mur serpenteando con tranquilidad.

Descendimos y paseamos por la Hauptplatz, la plaza principal, donde el Ayuntamiento se alzaba con su esplendor clásico. El ambiente era animado, con cafeterías y pequeños mercados que ofrecían productos locales. Nos dejamos llevar por los aromas de la gastronomía y probamos un plato típico: el famoso Käferbohnensalat, una ensalada de alubias características de Estiria.

Nuestro recorrido nos llevó a la Ópera de Graz y al Kunsthaus, el museo de arte contemporáneo con su peculiar diseño futurista. Sus formas ondulantes contrastaban con la arquitectura tradicional que habíamos visto antes, recordándonos que Graz es una ciudad donde la tradición y la vanguardia caminan juntas.

Caminamos por el barrio de Lend, descubriendo rincones alternativos y galerías escondidas. A cada paso, Graz nos regalaba un nuevo matiz, una nueva perspectiva. Al atardecer, cuando el sol pintó el cielo de tonos dorados, nos dimos cuenta de que esta ciudad tenía un encanto inesperado, uno que difícilmente se captura en palabras, pero que queda grabado en la memoria.

Y así, bajo las luces titilantes de la noche, concluimos nuestra visita a Graz, prometiéndonos volver a explorar sus secretos aún por descubrir.


Inés y Alba, Nuestra encantadora compañía esta mañana en Graz 




Ser feliz no significa tener una vida perfecta, esa es la cruda realidad















miércoles, 11 de junio de 2025

Székesfehérvár, Hungría

 Nuestra travesía nos lleva a Székesfehérvár, una ciudad impregnada de historia, donde cada calle y plaza narra capítulos de la monarquía húngara. A medida que nos adentramos en su centro, la arquitectura barroca y neoclásica nos envuelve en una atmósfera de grandeza.

El primer destino es la Basílica de San Esteban, el lugar donde antaño eran coronados los reyes de Hungría. Aunque la antigua basílica ya no existe, el sitio sigue siendo emblemático, marcado por su relevancia histórica. Recorremos la Plaza de Országzászló, donde las esculturas y los monumentos nos recuerdan el pasado glorioso de la ciudad.

Nos dirigimos al Palacio Episcopal, una joya arquitectónica que destaca por su elegante diseño y su importancia en la historia de la iglesia húngara. Los jardines que lo rodean nos ofrecen un respiro tranquilo, donde los sonidos de la ciudad se disuelven entre el verdor.

Más adelante, descubrimos el Museo del Rey San Esteban, que alberga una impresionante colección de artefactos medievales y documentos históricos que nos transportan a los tiempos de la realeza húngara. Cada sala nos ofrece un vistazo al esplendor de una era que definió el país.

Antes de partir, nos detenemos en la animada Plaza Városház, donde el mercado y las cafeterías nos invitan a disfrutar de la vida cotidiana de Székesfehérvár. El aroma del café y los dulces tradicionales nos tientan, y aprovechamos para degustar una delicia local mientras observamos el ir y venir de los habitantes.

Székesfehérvár nos ha envuelto en su historia y cultura, dejándonos con la sensación de haber caminado por los senderos de la nobleza húngara. Subimos nuevamente a la camper, listos para continuar la aventura hacia nuevos destinos.





























Nagybörzsöny, Danube-Ipoly National Park, Hungría

 El viaje continúa, dejando atrás el colorido encanto de Szentendre mientras la camper avanza por las sinuosas carreteras que nos llevan hacia Nagybörzsöny, un pueblo oculto en la inmensidad del Danube-Ipoly National Park. Las primeras luces del día filtran su resplandor a través de los densos bosques, creando un espectáculo de sombras danzantes sobre el camino.

Los árboles altísimos se convierten en nuestros acompañantes silenciosos, sus hojas susurran historias antiguas con cada brisa que pasa. A medida que avanzamos, el aire se vuelve más fresco, impregnado con el aroma de la tierra húmeda y la vegetación salvaje que rodea nuestro sendero. Aquí, la naturaleza reclama su espacio con majestuosa autoridad, envolviéndonos en un abrazo verde que promete aventura.

Finalmente, Nagybörzsöny emerge como un secreto bien guardado, un pueblo que parece haber detenido el tiempo. Sus pequeñas casas con tejados de madera nos dan la bienvenida, mientras los caminos de piedra nos guían hacia su corazón. La presencia de antiguos molinos nos recuerda la historia de esta región, donde la vida fluye en armonía con el ritmo del río Börzsöny.

Nos detenemos y bajamos de la camper, respirando el aire puro de las montañas. La tranquilidad es palpable, solo interrumpida por el canto de los pájaros y el murmullo del agua en la distancia. Aquí, cada rincón invita a la contemplación y la exploración. Senderos nos llaman a recorrerlos, llevándonos a través de colinas boscosas, donde los rayos del sol se filtran entre las hojas, pintando el suelo con destellos dorados.

Mientras el día avanza, sentimos que este viaje no es solo un desplazamiento físico, sino una inmersión profunda en la esencia de la naturaleza y la historia. En Nagybörzsöny, el pasado y el presente se entrelazan de forma armoniosa, convirtiendo nuestra travesía en una experiencia inolvidable. La camper nos ha llevado a otro rincón mágico de Hungría, y mientras nos preparamos para el próximo destino, sabemos que cada kilómetro recorrido nos acerca más a la verdadera esencia del viaje.






martes, 10 de junio de 2025

Visegrád, Hungría

 La camper avanza hacia Visegrád, donde la historia cobra vida entre las colinas que abrazan el majestuoso Danubio. A medida que nos acercamos, la silueta de la antigua fortaleza aparece sobre la cima, recordándonos que este lugar fue testigo de grandes batallas y alianzas que marcaron el destino de Hungría.

El aire es fresco y cargado con la esencia del bosque que rodea la región. Los árboles centenarios se alzan a ambos lados del camino, sus ramas formando un arco natural que nos guía hacia el corazón de la ciudad. A nuestra llegada, el sonido del agua nos da la bienvenida: el Danubio fluye con calma, reflejando el verdor de las montañas y el azul del cielo en sus aguas.

Estacionamos la camper y nos adentramos en el casco histórico, donde las calles empedradas nos llevan a través del tiempo. La Ciudadela de Visegrád se erige como un guardián del pasado, su estructura imponente narrando las hazañas de reyes y guerreros. Ascendemos por los senderos hasta sus murallas, desde donde la vista es inigualable: el río serpenteando entre valles, los tejados rojos del pueblo contrastando con la naturaleza salvaje.

Nos detenemos en un pequeño café, donde el aroma del café húngaro se mezcla con el sonido de las conversaciones animadas. Las historias se entrelazan aquí, donde viajeros y lugareños comparten anécdotas sobre la grandeza de Visegrád. Más tarde, exploramos el Palacio de verano del rey Matías, con sus jardines que evocan el esplendor de la corte renacentista.

El día avanza y sentimos que este rincón del Danubio nos ha transportado a una época donde los castillos definían el paisaje y las leyendas cobraban vida. Al caer la tarde, la camper nos espera para continuar la travesía, dejando atrás Visegrád con la certeza de que su historia y belleza seguirán resonando en nuestra memoria.