Después de casi cuatro meses surcando caminos, con más de 12.000 kilómetros recorridos y siete países atravesados, Italia, Grecia, Turquía, Bulgaria, Rumanía Hungría y Austria, hoy las ruedas se han detenido frente a un lugar que ya casi parecía un recuerdo "La Casa".
El motor se apagó, pero el eco de la aventura aún vibra en el aire. Las mochilas, ahora más ligeras pero llenas de historias, descansan en el suelo. Cada rincón del hogar parece más cálido, más real, como si también hubiera estado esperando este momento.
Siete países, cada uno con su acento, su aroma, su ritmo.
Carreteras que serpenteaban entre montañas, ciudades que nunca dormían, y pueblos donde el tiempo parecía haberse detenido.
Encuentros que dejaron huella, despedidas que costaron, y paisajes que se grabaron en la memoria como postales vivas.
Y sin embargo… No ha pasado ni un día desde el regreso, y ya se siente el cosquilleo de lo que vendrá.
Los mapas vuelven a desplegarse encima de la mesa, las ideas vuelven a brotar, y la emoción a crecer.
Porque el viajero no se detiene, simplemente hace una pausa para soñar el próximo destino.
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