martes, 10 de junio de 2025

Visegrád, Hungría

 La camper avanza hacia Visegrád, donde la historia cobra vida entre las colinas que abrazan el majestuoso Danubio. A medida que nos acercamos, la silueta de la antigua fortaleza aparece sobre la cima, recordándonos que este lugar fue testigo de grandes batallas y alianzas que marcaron el destino de Hungría.

El aire es fresco y cargado con la esencia del bosque que rodea la región. Los árboles centenarios se alzan a ambos lados del camino, sus ramas formando un arco natural que nos guía hacia el corazón de la ciudad. A nuestra llegada, el sonido del agua nos da la bienvenida: el Danubio fluye con calma, reflejando el verdor de las montañas y el azul del cielo en sus aguas.

Estacionamos la camper y nos adentramos en el casco histórico, donde las calles empedradas nos llevan a través del tiempo. La Ciudadela de Visegrád se erige como un guardián del pasado, su estructura imponente narrando las hazañas de reyes y guerreros. Ascendemos por los senderos hasta sus murallas, desde donde la vista es inigualable: el río serpenteando entre valles, los tejados rojos del pueblo contrastando con la naturaleza salvaje.

Nos detenemos en un pequeño café, donde el aroma del café húngaro se mezcla con el sonido de las conversaciones animadas. Las historias se entrelazan aquí, donde viajeros y lugareños comparten anécdotas sobre la grandeza de Visegrád. Más tarde, exploramos el Palacio de verano del rey Matías, con sus jardines que evocan el esplendor de la corte renacentista.

El día avanza y sentimos que este rincón del Danubio nos ha transportado a una época donde los castillos definían el paisaje y las leyendas cobraban vida. Al caer la tarde, la camper nos espera para continuar la travesía, dejando atrás Visegrád con la certeza de que su historia y belleza seguirán resonando en nuestra memoria.
















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