Bajo el cielo azul de Austria, el sol iluminaba las calles empedradas de Graz mientras emprendíamos nuestro viaje por esta joya oculta. Al adentrarnos en su casco histórico, nos encontramos rodeados por imponentes edificios renacentistas y barrocos que parecían susurrar historias de siglos pasados.
Nuestra primera parada fue el Schlossberg, la colina que domina la ciudad con su emblemática Torre del Reloj. Allí nuestros caminos se cruzaron con Ines y Alba, dos agradables y preciosas alicantinas ingeniera y enfermera y subimos por las escalinatas, sintiendo cómo la historia nos envolvía con cada paso. Desde la cima, Graz se desplegaba ante nosotros como un cuadro vivo: tejados rojizos, plazas vibrantes y el río Mur serpenteando con tranquilidad.
Descendimos y paseamos por la Hauptplatz, la plaza principal, donde el Ayuntamiento se alzaba con su esplendor clásico. El ambiente era animado, con cafeterías y pequeños mercados que ofrecían productos locales. Nos dejamos llevar por los aromas de la gastronomía y probamos un plato típico: el famoso Käferbohnensalat, una ensalada de alubias características de Estiria.
Nuestro recorrido nos llevó a la Ópera de Graz y al Kunsthaus, el museo de arte contemporáneo con su peculiar diseño futurista. Sus formas ondulantes contrastaban con la arquitectura tradicional que habíamos visto antes, recordándonos que Graz es una ciudad donde la tradición y la vanguardia caminan juntas.
Caminamos por el barrio de Lend, descubriendo rincones alternativos y galerías escondidas. A cada paso, Graz nos regalaba un nuevo matiz, una nueva perspectiva. Al atardecer, cuando el sol pintó el cielo de tonos dorados, nos dimos cuenta de que esta ciudad tenía un encanto inesperado, uno que difícilmente se captura en palabras, pero que queda grabado en la memoria.
Y así, bajo las luces titilantes de la noche, concluimos nuestra visita a Graz, prometiéndonos volver a explorar sus secretos aún por descubrir.
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Inés y Alba, Nuestra encantadora compañía esta mañana en Graz |
Ser feliz no significa tener una vida perfecta, esa es la cruda realidad |
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