domingo, 8 de junio de 2025

Budapest, Hungría

PRIMER DIA

El sol se alzaba en el horizonte cuando emprendimos nuestro viaje en camper hacia Budapest, la joya a orillas del Danubio. La carretera nos llevaba a través de paisajes cambiantes, desde verdes colinas hasta vastas llanuras, mientras la emoción crecía con cada kilómetro recorrido.

Al llegar a la capital húngara, nos dirigimos directamente al Parlamento de Budapest, imponente y majestuoso, reflejándose en las tranquilas aguas del Danubio. Caminamos por la orilla, donde los "Zapatos en el Danubio" nos recordaban la historia con una solemnidad conmovedora.

Desde la ribera, las vistas del Castillo de Buda nos transportaron a épocas pasadas, cuando reyes y nobles recorrían sus salas de piedra. Cruzamos el legendario Puente de las Cadenas, sintiendo el peso de su historia bajo nuestros pies, mientras el río fluía inmutable.

En nuestra ruta, nos detuvimos ante la del escultura duende, un detalle encantador oculto en la ciudad, y seguimos hasta el Puente de la Libertad, con su color verde vibrante contrastando con el azul del cielo. La Calle Váci nos envolvió en su bullicio, entre tiendas, cafés y la esencia vibrante de Budapest.

La Galería Parisi Udvar nos dejó sin aliento con su arquitectura exquisita, un rincón de lujo y nostalgia. Y en la Plaza Vörösmarty, la famosa Pastelería Gerbeaud nos tentó con su pastel de la casa y dos cafés que saboreamos lentamente, disfrutando del ambiente animado.

El Mercado Central fue un espectáculo de colores y aromas, donde descubrimos los sabores auténticos de la gastronomía húngara. Finalmente, ascendimos a la colina Gellért, desde donde la ciudad se desplegaba ante nosotros, bañada en la luz del atardecer, un cuadro inolvidable para culminar nuestro viaje.

Cada paso, cada vista y cada sabor quedarán grabados en nuestra memoria, como un relato inolvidable de aventura y descubrimiento. Budapest nos dejó huella, y en su río, sus calles y su historia, encontramos el alma de una ciudad que nos recibió con los brazos abiertos este primer día.

SEGUNDO DIA

El sol matutino bañaba Budapest con una luz dorada mientras emprendíamos nuestro segundo día de exploración. Nuestra primera parada, la imponente Catedral de San Esteban, nos recibió con su majestuosidad barroca y neoclásica. Adentrándonos en sus vastos interiores, quedamos maravillados ante la belleza de sus frescos y la historia palpable en cada rincón.

Con ansias de recorrer más, nos dirigimos a la Colina de Buda y, como en un viaje en el tiempo, ascendimos en el histórico funicular, observando cómo la ciudad se desplegaba bajo nuestros pies. Al llegar a la cima, fuimos testigos del solemne cambio de guardia cerca de la Iglesia de San Matías, una obra maestra gótica que parecía extraída de un cuento de hadas. Muy cerca, el Bastión de los Pescadores nos obsequió vistas panorámicas que nos dejaron sin aliento, los tejados y las aguas del Danubio componían una postal perfecta.

El Castillo de Buda, con su grandeza imperial, nos transportó a épocas de reyes y batallas, sus muros resguardando los secretos del pasado. Tras tanto caminar, un descanso era necesario, y qué mejor lugar que Ruszwurm, la cafetería más antigua de Buda. Con una taza de café en mano, saboreamos la emblemática tarta Dobos, cuyos finos estratos de bizcocho y caramelo se fundían en el paladar.

Desde lo alto de Buda, contemplamos la ciudad extendiéndose en un espectáculo visual inigualable. Luego, nos dirigimos a nuestra camper, cambiándonos para el próximo deleite, una tarde de relajación en los famosos balnearios de Budapest, donde el agua termal nos envolvió en su cálido abrazo, cerrando el día con la serenidad que solo esta ciudad mágica sabe brindar. Cuando llegamos nuestra camper, se nos hicieron las tantas hablando con otros vecinos caravanistas Ana y Manolo contándonos cientos de anécdotas y vivencias durante sus largos viajes en caravana.






























Ana y Manolo, viajeros incansables de Granada con quienes compartimos anécdotas de viajes y coincidimos en nuestra visita a Budapest.





1 comentario:

  1. Fue un placer conoceros en Budapest y también lo es seguiros ahora a través de tus relatos. Espero que nos veamos pronto en Granada. Un abrazo a Lola y a ti. 😍

    ResponderEliminar

Comentarios