En las primeras luces de la mañana, nuestra camper avanza por las serpenteantes carreteras de la Calabria, hacia el pintoresco y misterioso pueblo de Morano Calabro, enclavado en las estribaciones de la imponente Sila. A medida que nos acercamos, el aire fresco de la montaña se mezcla con la sensación de estar a punto de descubrir un lugar lleno de historia y belleza natural. Aparcamos a las afueras del pueblo, rodeados por paisajes de montañas y valles profundos, y nos preparamos para sumergirnos en la esencia de Morano Calabro.
El pueblo nos recibe con sus callejuelas empedradas, sus fachadas de piedra y sus casas de colores cálidos, todas salpicadas por flores en los balcones. Comenzamos nuestra exploración por el centro histórico, donde cada rincón tiene algo que contar. La atmósfera aquí es tranquila, como si el tiempo se hubiera detenido hace siglos. La vista de la Rocca di Morano, una fortaleza medieval que corona el pueblo desde lo alto, nos llama la atención y marca el ritmo de nuestra caminata.
Recorremos las calles estrechas, admirando los detalles de la arquitectura, con puertas de madera envejecida y ventanas adornadas con geranios rojos. El pueblo tiene un aire tradicional, pero a la vez auténtico y vivo, con residentes amables que nos saludan mientras disfrutan de la mañana.
Decidimos subir hacia la Rocca di Morano, que domina el pueblo desde la cima de una colina. Este castillo medieval, en ruinas pero impresionante, es un testimonio de la historia y la resistencia de Morano Calabro. Desde sus muros, las vistas del valle y de las montañas circundantes son asombrosas. El contraste entre la fortaleza de piedra y la suavidad del paisaje que la rodea es cautivador. Nos sentamos en las rocas y disfrutamos de la tranquilidad del lugar, sintiéndonos conectados con la historia que ha quedado impregnada en cada rincón de este lugar.
El paisaje de Morano Calabro está rodeado por la exuberante naturaleza del Parque Nacional de la Sila. Decidimos adentrarnos en un sendero cercano, que nos lleva por un bosque de pinos y robles. El aire fresco de la montaña llena nuestros pulmones mientras caminamos, rodeados de una vegetación tan densa que parece un mundo aparte. Los únicos sonidos son el crujir de las hojas bajo nuestros pies y el canto de los pájaros que habitan este entorno.
A medida que ascendemos, la vista se va abriendo a medida que alcanzamos un mirador natural desde el que se observa el vasto valle y las montañas cubiertas de árboles. La sensación de estar rodeados por tanta belleza natural es única, y nos quedamos allí un buen rato, disfrutando de la calma y la serenidad del lugar.
Con el hambre que trae el aire fresco de la montaña, nos dirigimos a una trattoria local, donde nos esperan platos típicos de la Calabria. Probamos una pasta con sugo di cinghiale, una pasta acompañada de ragú de jabalí, que nos sorprende con su sabor robusto y profundo. De postre, una torta di mele (pastel de manzana) casera, que nos deja un sabor dulce y reconfortante, perfecto para completar nuestra comida.
Acompañamos nuestra comida con un vino tinto local, suave y afrutado, que combina a la perfección con los sabores intensos de la comida calabresa. La calidez del restaurante y la simpatía de los dueños nos hacen sentir como en casa.
A medida que el sol comienza a ponerse, decidimos regresar al mirador que se asoma sobre el pueblo. El cielo se tiñe de colores cálidos mientras la luz dorada se filtra a través de las montañas, creando una atmósfera mágica. Morano Calabro se encuentra debajo de nosotros, iluminado por el último resplandor del día, y las sombras de las montañas lo rodean como una manta protectora.
Decidimos pasar la noche cerca del pueblo, en un lugar tranquilo rodeado de naturaleza. Mientras cenamos bajo las estrellas, el sonido del viento y los grillos llena el aire. La paz que se respira en este rincón calabrés es absoluta. Cerramos los ojos, agradecidos por haber descubierto este pequeño tesoro escondido entre las montañas, un lugar donde la historia y la naturaleza se entrelazan para crear una experiencia verdaderamente especial.
Morano Calabro nos ha dejado una huella profunda en el corazón, con su mezcla de belleza natural, arquitectura medieval y la serenidad de su entorno montañoso. Este pueblo calabrés, que aún guarda secretos y leyendas, nos ha ofrecido un refugio perfecto para escapar del bullicio y sumergirnos en la calma de la montaña.

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Las cometas se elevan contra y no a favor del viento. |
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