lunes, 11 de noviembre de 2024

Siracusa, Italia

 El sol se refleja en las aguas cristalinas del mar Jónico mientras nuestra camper avanza por la costa, acercándonos a Siracusa, un lugar donde la historia y la belleza se entrelazan. Fundada por los antiguos griegos y moldeada por civilizaciones a lo largo de los siglos, la ciudad nos recibe con su mezcla de ruinas antiguas, calles encantadoras y una energía vibrante. Aparcamos cerca del centro histórico, listos para explorar esta joya siciliana.

Comenzamos nuestra jornada en el Parque Arqueológico de Neápolis, un sitio que reúne algunos de los vestigios más impresionantes de la antigüedad. Caminamos por senderos sombreados por árboles mediterráneos hasta llegar al Teatro Griego, un anfiteatro monumental tallado en la roca, donde los ecos de las tragedias clásicas aún parecen resonar. Desde aquí, la vista se extiende hacia el mar, como si el paisaje también quisiera ser parte del espectáculo.

Más adelante, visitamos el Orecchio di Dionisio, una cueva en forma de oreja gigante, cuya acústica perfecta se dice que utilizaba el tirano Dionisio para espiar a sus prisioneros. La atmósfera aquí es casi mágica, con la luz filtrándose a través de la abertura y los sonidos amplificados de una manera casi sobrenatural.

Nos dirigimos a Ortigia, la isla que forma el centro histórico de Siracusa, conectada al continente por un puente. Aparcamos la camper en las inmediaciones y cruzamos a pie, adentrándonos en un laberinto de callejuelas estrechas y empedradas. La Piazza del Duomo nos detiene en seco: una plaza amplia y luminosa rodeada de edificios barrocos, con la imponente Catedral de Siracusa en el centro. Este templo, construido sobre un antiguo templo griego, es una mezcla fascinante de estilos arquitectónicos y de historia viva.

Caminamos hacia la orilla del mar, donde la Fuente de Aretusa nos espera. Según la mitología, aquí la ninfa Aretusa emergió después de huir de su perseguidor. Hoy, el manantial está rodeado de papiros y ofrece una vista tranquila del mar.

El hambre nos lleva a una pequeña  casa de comidase en el puerto. Probamos especialidades locales como pasta con sepia negra, pescado fresco y, de postre, un sorbete de limón que nos refresca mientras disfrutamos de la brisa marina.

De camino, exploramos el mercado de Ortigia, donde los vendedores ofrecen pescados recién capturados, quesos, frutas y especias. El ambiente es vibrante, y no podemos resistirnos a comprar algunos productos locales para disfrutar más tarde en la camper.

Nos dirigimos al Lungomare di Levante, un paseo marítimo que rodea Ortigia, justo a tiempo para el atardecer. Sentados en un banco, observamos cómo el cielo se pinta de naranja y rosa, mientras las olas acarician suavemente las rocas. Las luces comienzan a encenderse en la ciudad, reflejándose en el agua como estrellas.

Esa noche, estacionamos nuestra camper en un área tranquila con vistas al mar. La brisa fresca llena el aire mientras cenamos algunos de los productos que compramos en el mercado. Desde nuestra ventana, las luces de Ortigia parpadean a lo lejos, y el sonido del agua nos arrulla.

Siracusa nos ha conquistado con su mezcla de historia, mitología y paisajes mediterráneos. A medida que cerramos los ojos, sabemos que este día será uno de los más memorables de nuestro viaje por Sicilia.

Cuando la garrapata engorda más que el perro, muere la garrapata y muere el perro.


A su tiempo maduran las brevas.

No hay peor ciego que el que no quiere leer.





El que no lucha por lo que quiere, no merece lo que desea



Del árbol caído todos hacen leña.




Tanto nadar para morir en la orilla.



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