Nuestra travesía en la camper nos llevó al encantador pueblo de Borgo San Dalmazzo, una joya situada en la región de Piamonte, al pie de los Alpes Marítimos. Este lugar combina historia, cultura y paisajes montañosos, ofreciendo una experiencia auténtica y tranquila que nos hizo sentir la esencia de esta región italiana.
Al llegar, estacionamos nuestra camper en las afueras del centro histórico, donde nos recibió el aroma de los productos locales y la tranquilidad de este pueblo acogedor. Comenzamos nuestra visita en la Abadía de San Dalmazzo, un monasterio benedictino con raíces en el siglo XI. El interior, con su mezcla de estilos románico y gótico, nos transportó a épocas pasadas mientras descubríamos frescos antiguos y reliquias sagradas.
Después, paseamos por las estrechas calles del centro histórico, admirando los edificios de tonos cálidos y los pequeños balcones adornados con flores. Nos detuvimos en una panadería para probar la famosa "panettone del borgo", un pan dulce tradicional de la zona.
Nuestra siguiente parada fue el Museo Memoriale della Deportazione, un lugar que rinde homenaje a los deportados judíos de la Segunda Guerra Mundial que pasaron por Borgo San Dalmazzo. La visita fue conmovedora, y aprendimos sobre la historia de resistencia y solidaridad en la región durante tiempos oscuros.
Conmovidos por esta experiencia, decidimos almorzar en una trattoria local, donde degustamos platos tradicionales como tajarin al ragù y bollito misto, acompañados por un vino Barbera de la región.
Por la tarde, nos dirigimos hacia los alrededores del pueblo para explorar el hermoso entorno natural. Optamos por una caminata hacia el Parco Naturale delle Alpi Marittime, donde los senderos nos llevaron a paisajes impresionantes con vistas a los valles y picos circundantes.
El aire fresco de la montaña y el sonido de los arroyos nos acompañaron mientras caminábamos entre bosques de pinos y prados alpinos.
De regreso al pueblo, visitamos una tienda de productos locales donde compramos quesos de montaña, miel de flores alpinas y algunas botellas de licor de genepy, una especialidad del Piamonte. Estos sabores auténticos fueron un recordatorio de la riqueza culinaria de la región.
La cena fue en un restaurante familiar, donde disfrutamos de un menú típico que incluía agnolotti al plin y un delicioso tiramisú casero. El ambiente era cálido y acogedor, con los dueños compartiendo historias sobre las tradiciones de Borgo San Dalmazzo.
Antes de regresar a la camper, dimos un último paseo por el pueblo, ahora tranquilo bajo la luz de las farolas. Las montañas se perfilaban en la distancia, y el aire fresco de la noche nos envolvía mientras reflexionábamos sobre el día.
Borgo San Dalmazzo, con su mezcla de historia, cultura y naturaleza, nos ofreció una experiencia auténtica y memorable. Nos despedimos con la promesa de regresar algún día, llevando en nuestro corazón la calma y la belleza de este rincón del Piamonte.
La tristeza es una enfermedad en la que cada paciente debe tratarse a sí mismo. |
Disfrutamos el calor porque conocemos el frío, apreciamos la luz porque hemos estado en la oscuridad. De la misma manera, experimentamos la alegría porque hemos conocido la tristeza. |
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