El sol comenzaba a bajar, tiñendo el cielo de tonos dorados y anaranjados mientras nos acercábamos a Volterra, una ciudad que se erige majestuosamente sobre una colina, rodeada por un paisaje de campos de olivos y colinas suaves. Desde la distancia, sus antiguas murallas de piedra y sus torres medievales se destacaban contra el horizonte, invitándonos a explorar su historia y belleza inigualables. Estacionamos la camper en una de las áreas cercanas al centro histórico y nos preparamos para adentrarnos en la magia de Volterra, una ciudad que ha sido testigo de miles de años de historia.
Al caminar hacia el centro, comenzamos nuestra visita por las murallas etruscas, que datan del siglo IV a.C. Estas antiguas murallas, construidas con enormes bloques de piedra, son uno de los vestigios más impresionantes de la civilización etrusca que aún se conservan. Desde sus rampas, se pueden apreciar las vistas de los campos circundantes, salpicados de olivares y bosques de pinos, un paisaje que ha permanecido casi intacto a lo largo de los siglos.
Al entrar en el casco antiguo, nos sumergimos en un laberinto de calles estrechas y empedradas que nos transportaron a la Edad Media. Cada esquina de Volterra tiene un aire de misterio, con edificios de piedra y ventanas de madera que parecen guardar secretos de otras épocas. La Piazza dei Priori, el corazón de la ciudad, se desplegó ante nosotros con su elegante Palazzo dei Priori, que destaca por su arquitectura medieval.
Decidimos continuar nuestro recorrido por el Museo Etrusco Guarnacci, que alberga una rica colección de arte y artefactos etruscos. Este museo, que ocupa un edificio medieval en el centro de la ciudad, es una joya para los amantes de la historia antigua. Las vitrinas estaban llenas de urnas funerarias, estatuas y joyas que pertenecieron a los habitantes de Volterra hace más de dos mil años. La famosa urna de los esposos, una escultura etrusca que muestra una pareja recostada en un lecho funerario, nos dejó impresionados por su expresividad y detalle.
Luego, recorrimos las ruinas etruscas de la Necrópolis de S. Giusto, donde los vestigios de las tumbas etruscas nos ofrecieron una ventana al pasado de esta antigua civilización. Cada tumba es un testimonio de la sofisticación y el misticismo de los etruscos, cuyos secretos siguen siendo revelados poco a poco por los arqueólogos.
Después de la visita al museo, decidimos acercarnos a la Catedral de Volterra (Duomo di Santa Maria Assunta), una iglesia de estilo románico que se encuentra en la Piazza San Giovanni. Su fachada de piedra gris, austera pero imponente, nos dio la bienvenida, y al entrar, nos sorprendió la simplicidad y la serenidad del interior. Las columnas y arcos de la iglesia, junto con las frescas paredes, nos ofrecieron un refugio tranquilo en medio del bullicio del día.
Tras la visita a la catedral, subimos a la Piazza dei Priori para admirar el Palazzo dei Priori, uno de los edificios más antiguos y emblemáticos de Volterra. La plaza estaba llena de vida, con visitantes y lugareños disfrutando del sol, mientras el Palazzo, con sus torres medievales, se erguía como un símbolo del poder y la historia de la ciudad.
Volterra es famosa por su tradición en la artesanía del alabastro, una piedra suave y translúcida que se ha utilizado en la ciudad desde tiempos etruscos. Decidimos dedicar un tiempo a explorar las tiendas de alabastro locales, donde artesanos trabajan la piedra con gran habilidad, creando todo tipo de figuras, jarrones y objetos decorativos. Nos maravillamos con las piezas únicas, especialmente en el taller de Ilaria Brotini, que nos mostró su obra moldeada a mano con esmero, su dominio de la técnica y dedicación.
Luego paseamos por el centro histórico, donde pequeñas tiendas de antigüedades y boutiques nos ofrecían una mirada más cercana a la vida cotidiana en Volterra. El aroma a pan recién horneado y a aceite de oliva llenaba el aire, invitándonos a detenernos y disfrutar.
Al caer la tarde, nos dirigimos a un restaurante en la Piazza dei Priori, donde pudimos cenar al aire libre, disfrutando del ambiente medieval mientras el sol se ponía y las luces de las farolas iluminaban la plaza. Probamos un delicioso crostini con paté de hígado, una entrada típica de la región, seguida de pappardelle al cinghiale, una pasta acompañada de una rica salsa de jabalí. El sabor profundo y sabroso nos hizo sentir más conectados con la tierra que nos rodeaba.
El vino, un excelente Chianti local, acompañó la cena mientras observábamos cómo la plaza se llenaba de vida. Las conversaciones en italiano, las risas y los murmullos de la gente creaban una atmósfera acogedora, como si fuéramos parte de una historia que se estaba escribiendo en ese mismo momento.
Tras la cena, nos dirigimos a caminar por las tranquilas calles de Volterra, iluminadas solo por las estrellas y las luces suaves de las lámparas de la ciudad. Las torres medievales y las murallas parecían tomar vida bajo la luz de la luna, y nos sentimos como si hubiéramos viajado al pasado. Con cada paso, Volterra nos susurraba historias de su glorioso pasado etrusco, romano y medieval, dejando una huella profunda en nuestro corazón.
Regresamos a la camper, estacionada cerca de las murallas, y nos acomodamos para descansar. Mientras cerrábamos los ojos, sabíamos que Volterra, con su mezcla única de historia, arte y naturaleza, sería un lugar que siempre recordaríamos como uno de los más especiales de nuestra travesía por la Toscana.
NOTA: Cuando estuvimos en Volterra, hicimos lo imposible por modificar nuestra ruta solo por visitar a nuestro conocido y admirado Ferenc Máté y su esposa Candace él escritor y bodeguero, ella pintora, ya que estábamos a media hora de camino para llegar hasta Montalcino, a su bodega "Podere il Colombaio" y disfrutar de sus vinos toscanos de la variedad Sangiovese, y que nos firmara un libro suyo que llevábamos con todo cariño "Un viñedo en la Toscana", donde relata la odisea de poner en marcha su bodega y que fue regalo de otro buen amigo y colega, Carlos Díaz Uder. Pero no pudo ser en este viaje. Nos conformamos pensando que a veces hay cosas que se quedan pendientes para volver otra vez a los lugares que te atrapan...
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Nos pasamos a saludar a Ilaria Brotini, en su taller de escultura de alabastro en Volterra, y, casualidades de la vida, a recordar su paso por Roquetas de Mar en Almería.
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La dejamos trabajando en sus magníficas creaciones. Así es la vida de la camper, no puedes disfrutar todo el tiempo que quisieras, de todos los encuentros maravillosos que te depara el camino.
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Aunque si disfrutamos mucho aquella mañana de su preciosa obra.
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En su magnífico taller, en Vía di Sotto, 4. No dejes de visitarlo si pasas por Volterra.
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