sábado, 19 de octubre de 2024

Orvieto, Terni, Italia

La camper rodaba por la campiña de Umbría, rodeada de viñedos y colinas ondulantes. En la distancia, la silueta de Orvieto emergía como una visión irreal, encaramada sobre un acantilado de toba volcánica. Su perfil majestuoso parecía un reflejo de siglos de historia y arte, y a medida que nos acercábamos, la emoción de explorar esta joya medieval crecía con cada kilómetro.

Estacionamos la camper en un área a los pies de la colina y tomamos el funicular, que ascendía lentamente hacia el centro histórico, regalándonos vistas espectaculares del paisaje circundante. Orvieto prometía maravillas, y no tardó en cumplirlas.

Nuestra primera parada fue el Duomo de Orvieto, una de las catedrales más impresionantes de Italia. Su fachada, un tapiz de mármol blanco y negro, dorados relucientes y mosaicos que brillaban bajo el sol, nos dejó sin palabras. Dentro, recorrimos sus majestuosos interiores y nos detuvimos ante la Capilla de San Brizio, donde los frescos de Luca Signorelli narraban con vívida intensidad el Juicio Final y la Resurrección.

El arte y la espiritualidad se mezclaban de una manera única, y mientras observábamos los detalles, podíamos sentir la conexión profunda entre los siglos pasados y el presente.

Después del Duomo, paseamos por las calles adoquinadas de Orvieto, llenas de pequeñas tiendas que ofrecían cerámicas pintadas a mano, tejidos y vinos locales. Cada esquina parecía una postal, con balcones llenos de flores y vistas inesperadas al campo umbro.

A la hora del almuerzo, nos dirigimos a una trattoria acogedora que ofrecía platos tradicionales de Umbría. Degustamos los famosos umbrichelli al tartufo, una pasta casera con trufa negra, acompañada de un vino blanco Orvieto Classico, fresco y aromático. Fue un festín para los sentidos que nos preparó para la próxima etapa de nuestra visita.

Por la tarde, exploramos los Túneles Subterráneos de Orvieto, una red de pasadizos excavados en la roca volcánica que cuentan historias de supervivencia y adaptación. Antiguamente utilizados como refugios, almacenes y pozos, estos túneles nos mostraron un lado completamente diferente de la ciudad, uno que no se ve a simple vista pero que es esencial para comprender su historia.

Entre los lugares destacados estuvo el Pozo de San Patricio, una obra de ingeniería fascinante construida en el siglo XVI. Bajamos por la escalera helicoidal de 248 peldaños, admirando cómo los arquitectos medievales lograron diseñar un sistema tan ingenioso para abastecer de agua a la ciudad en caso de asedio.

De vuelta en la superficie, nos dirigimos al Palazzo del Popolo, un magnífico edificio medieval que domina una plaza llena de vida. Desde allí, nos aventuramos hasta el mirador del Belvedere, donde las vistas del valle y las colinas de Umbría parecían un cuadro en movimiento.

Orvieto también es famosa por su cerámica, y antes de terminar la tarde, visitamos un taller local. Allí, aprendimos sobre las técnicas tradicionales que han pasado de generación en generación y llevamos con nosotros una pequeña pieza como recuerdo de este mágico lugar.

A medida que caía la noche, las luces de Orvieto comenzaron a encenderse, realzando su carácter medieval. Decidimos cenar al aire libre en una terraza con vistas al Duomo, donde las sombras danzaban sobre la fachada iluminada.

De regreso a la camper, estacionada en un lugar con una vista privilegiada de la ciudad sobre su acantilado, nos quedamos contemplando cómo la silueta de Orvieto se fundía con el cielo estrellado. La quietud de la noche nos envolvía mientras reflexionábamos sobre un día lleno de arte, historia y momentos inolvidables.

Orvieto no es solo un lugar que se visita; es un lugar que se siente y que deja una huella imborrable en el corazón. Nos acomodamos para dormir, sabiendo que este rincón de Umbría quedaría para siempre en nuestra memoria.









Uno no es lo que es por lo que escribe, sino por lo que ha leído.

Cada minuto que estás cabreado pierdes sesenta segundos de felicidad.



Dejé de ayudar, dejé de invitar, dejé de llamar, y me di cuenta de que el amigo era yo.




La vida es como montar en bicicleta. Para mantener el equilibrio debes seguir adelante.








Un sabio dijo... Una actitud puede matar las ganas de luchar por alguien.






Vengándose, uno se iguala a su enemigo; perdonándolo, se muestra superior a él.

El fracaso es simplemente una nueva oportunidad de empezar de nuevo, esta vez de forma más inteligente.




Dime a qué prestas atención y te diré quien eres.









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