miércoles, 30 de octubre de 2024

Santa Maria Capua Vetere, Caserta, Italia

 El sol despuntaba en el horizonte, sus rayos cálidos bañaban la camper que habíamos convertido en nuestro refugio rodante. Nos dirigíamos a Santa María Capua Vetere, una joya de la Campania italiana, ansiosos por descubrir sus tesoros escondidos. Mientras la carretera serpenteaba hacia nuestro destino, una brisa suave se colaba por las ventanas, portando consigo el aroma de olivos y limoneros.

Al llegar, la ciudad nos recibió con una mezcla de historia y vida cotidiana. Aparcamos la camper cerca del Anfiteatro Campano, el corazón palpitante de la antigua Capua. Este coloso, segundo en tamaño solo al Coliseo romano, se alzaba majestuoso, testigo de siglos de gladiadores y multitudes rugientes. Recorriendo su arena y túneles subterráneos, era fácil imaginar el estruendo de la multitud y el eco del acero.

Continuamos nuestra travesía hacia el Museo de los Gladiadores, una pequeña pero fascinante galería que relataba las hazañas de los luchadores que alguna vez entrenaron aquí. Entre esculturas y artefactos, los relatos de valentía y tragedia cobraban vida.

Tras un breve descanso en la camper, donde disfrutamos de un almuerzo sencillo con pan fresco, queso y un poco de vino local, nos aventuramos hacia el Mitreo, un santuario subterráneo dedicado al dios Mitra. La penumbra y los frescos desgastados por el tiempo nos transportaron a un mundo de misterio y rituales antiguos. Era un espacio cargado de misticismo, un lugar donde el tiempo parecía haberse detenido.

Al caer la tarde, paseamos por el centro histórico, con sus calles adoquinadas y edificios de tonos terracota. La plaza principal vibraba con la charla animada de los lugareños, y el aroma de la cocina italiana llenaba el aire. Un café expreso en un pequeño bar fue el broche de oro perfecto.

De vuelta en la camper, mientras la noche envolvía la ciudad, nos acomodamos bajo un cielo estrellado. Desde nuestra ventana, las luces distantes del anfiteatro brillaban como un recordatorio de las historias vividas y las memorias creadas en este rincón único de Italia. Santa María Capua Vetere había dejado su marca en nosotros, y el viaje continuaba.


El sentido de la vida es tener valores, no cosas de valor.

Ya que estamos de paso, dejemos huellas bonitas.


























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