lunes, 21 de octubre de 2024

Roma, Italia

La camper rodaba suavemente por las afueras de la Ciudad Eterna, un nombre que Roma lleva con orgullo y justicia. Nos acercábamos a un lugar donde cada piedra, cada calle y cada rincón cuenta momentos de imperios, arte e historia. Aparcamos en un área especialmente preparada para campers cerca del centro, dejando atrás nuestra pequeña casa sobre ruedas para sumergirnos en la inmensidad de la capital italiana.

Iniciamos el día en el icónico Coliseo, un monumento que evoca el esplendor y la brutalidad de la antigua Roma. Sus arcos colosales parecían transportarnos a la época de los gladiadores y las multitudes rugiendo en las gradas. Al caminar por sus pasillos desgastados, pudimos imaginar el latido del corazón de una civilización que dominó el mundo conocido.

A pocos pasos, el Foro Romano desplegaba sus ruinas, un vasto conjunto de templos, arcos triunfales y columnas que parecían susurrar historias de Césares, senadores y filósofos. Subimos al Palatino, desde donde obtuvimos una vista panorámica del Foro y más allá, el esplendor de la Roma moderna mezclada con los ecos de su pasado.

Dejamos atrás el pasado remoto para adentrarnos en el corazón barroco de Roma. Caminamos hasta la Piazza Venezia y, desde allí, nos dirigimos a la Fontana di Trevi, que se abría ante nosotros como un sueño tallado en mármol. Siguiendo la tradición, lanzamos una moneda al agua, asegurándonos el regreso a esta ciudad mágica.

Nuestro siguiente destino fue el Vaticano, un estado dentro de la ciudad, cuna del catolicismo y un tesoro de arte incomparable, donde se podía apreciar el epicentro  del poder del gran sistema establecido mundialmente que es la Iglesia.  La Basílica de San Pedro nos recibió con su cúpula imponente, y al entrar, quedamos maravillados por su vastedad y la majestuosidad de obras como la Piedad de Miguel Ángel.

Subimos a la cúpula para disfrutar de una vista incomparable de Roma, con sus tejados de terracota y cúpulas que se extendían hasta el horizonte.

Cerramos la visita al Vaticano recorriendo la Capilla Sixtina en los Museos Vaticanos. Al mirar al techo, donde los frescos de Miguel Ángel cuentan la historia de la creación y el juicio final, nos quedamos sin palabras, absorbidos por la genialidad del arte.

De regreso a la camper, después de una breve pausa para descansar, regresamos al centro para ver Roma bajo la luz de las estrellas. Caminamos junto al Tiber, cruzando el Puente Sant’Angelo, mientras el castillo del mismo nombre brillaba iluminado como un faro.

La Piazza del Campidoglio, diseñada por Miguel Ángel, y el Panteón, que permanecía imponente y eterno bajo el cielo nocturno, fueron los últimos destinos de un recorrido inolvidable.

Ya de vuelta en nuestra camper, estacionados en un área tranquila con vistas lejanas al perfil iluminado de la ciudad, preparamos una cena sencilla y reflexionamos sobre la grandeza de Roma. Era un lugar donde el tiempo parecía detenerse y fluir al mismo tiempo, un eterno recordatorio de la grandeza humana y su capacidad de crear belleza.

Roma no es solo una ciudad, es una experiencia que se lleva en el alma. Al acomodarnos para la noche, sabíamos que su magia viviría con nosotros para siempre.


























































La vida empieza cada cinco minutos.


 



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comentarios