El camino hacia Sermoneta nos ofrecía un espectáculo de colinas verdes y valles salpicados de olivares. La camper avanzaba lentamente, disfrutando del paisaje que anunciaba la llegada a uno de los pueblos medievales mejor conservados de Italia. La silueta del Castillo Caetani destacaba sobre la cima, como un centinela que ha observado siglos de historia.
Aparcamos la camper en las afueras del casco histórico, donde las calles estrechas y adoquinadas nos invitaban a descubrir cada rincón a pie. Entrar en Sermoneta era como retroceder en el tiempo. Las murallas, torres y casas de piedra parecían contarnos historias de caballeros y nobles mientras nos perdíamos en su atmósfera mágica.
Nuestra primera parada fue el Castillo Caetani, un imponente edificio que domina el pueblo y la llanura circundante. Recorrimos sus estancias y patios, imaginando las intrigas y banquetes que una vez tuvieron lugar aquí. Desde las almenas, la vista era impresionante: un mosaico de campos que se extendía hasta el horizonte, con el mar Tirreno brillando a lo lejos.
Después, nos dirigimos a la Catedral de Santa María Assunta, una joya de arte románico que guarda frescos antiguos y un ambiente sereno. Sentados en sus bancos, disfrutamos de un momento de calma, rodeados por la belleza sencilla y atemporal de su arquitectura.
Para el almuerzo, encontramos un pequeño restaurante familiar en una esquina pintoresca. Allí probamos especialidades como los ravioli di ricotta y un guiso de conejo al estilo tradicional. Todo, acompañado de un vino fresco de, completó una experiencia gastronómica inolvidable.
Por la tarde, exploramos las callejuelas empedradas, pasando por arcos y plazas llenas de encanto. Nos encontramos con talleres de artesanos locales, donde la tradición y la creatividad se mezclaban en cerámicas pintadas a mano y joyas únicas. Cada rincón de Sermoneta parecía ofrecer una nueva sorpresa, desde vistas panorámicas hasta pequeñas capillas escondidas.
De regreso en la camper, estacionada en un mirador elevado, disfrutamos de la puesta de sol mientras las luces doradas iluminaban las piedras centenarias de Sermoneta. La tranquilidad de la noche envolvía el pueblo, y las estrellas comenzaron a aparecer, brindándonos un espectáculo sobre el paisaje medieval.
Sermoneta no solo era un lugar que visitar, sino un viaje al corazón de la historia y la belleza italiana. Mientras nos acomodábamos en la camper para la noche, sabíamos que este rincón mágico quedaría grabado en nuestra memoria como uno de los momentos más especiales de nuestra aventura.







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