miércoles, 9 de octubre de 2024

Pisa, Italia

El viaje en la camper continuaba su curso, y a medida que nos acercábamos a Pisa, el nombre de esta ciudad evocaba instantáneamente imágenes de la famosa Torre Inclinada. Pisa, un lugar cargado de historia, arte y arquitectura, nos prometía una de las experiencias más emblemáticas de nuestro recorrido por la Toscana. A medida que estacionábamos la camper cerca del centro, comenzamos a caminar hacia el corazón de la ciudad, emocionados por la magia que nos esperaba.

Nuestra primera parada no podía ser otra que la famosa Piazza dei Miracoli (Plaza de los Milagros), donde se encuentran algunos de los monumentos más representativos de Pisa. Esta plaza es una de las más impresionantes de Europa, y nos dejó sin aliento al ver el Duomo de Pisa, la Torre Inclinada y el Baptisterio en su esplendor.

La Torre Inclinada, uno de los íconos más reconocidos del mundo, se erguía ante nosotros, con su característico ángulo que le da esa inclinación tan peculiar. La tentación de intentar "sujetar" la torre con nuestras manos para crear la famosa foto turística fue irresistible. Pero más allá de la foto, la majestuosidad del monumento nos hizo reflexionar sobre el ingenio humano que la convirtió en uno de los edificios más emblemáticos de la historia.

Nos dirigimos primero al Duomo, una iglesia románica impresionante, cuya fachada de mármol blanco y detalles escultóricos nos cautivaron. Al entrar, nos encontramos con un interior adornado con frescos y columnas, reflejando la grandeza de la arquitectura medieval. Cada rincón de la iglesia estaba cargado de historia, y la serenidad de su interior ofrecía un respiro ante el bullicio de los turistas que recorrían la plaza.

Después de visitar el Duomo, decidimos acercarnos a la Torre Inclinada para subir y disfrutar de las vistas. La subida, aunque un poco desafiante por los escalones empinados, valió totalmente la pena. Desde lo alto, la ciudad de Pisa se desplegaba ante nuestros ojos, con sus tejados rojos y el río Arno serpenteando a lo lejos. El paisaje, bañado por la luz del sol, era impresionante, y la sensación de estar sobre una de las estructuras más famosas del mundo nos llenó de asombro.

Tras bajar de la torre, nos dirigimos al Baptisterio de San Juan, el edificio redondo más grande de Italia, conocido por su acústica excepcional. Al entrar, nos encontramos con un espacio impresionante, donde el eco de nuestras voces se reflejaba de una manera única. La cúpula del baptisterio, con su forma perfecta y su arquitectura armoniosa, nos transmitió una sensación de paz y grandeza.

Después de haber disfrutado de los monumentos más famosos de la ciudad, decidimos caminar por las calles de Pisa. La ciudad, aunque famosa por su Torre Inclinada, tiene mucho más que ofrecer. Nos perdimos entre sus callejuelas adoquinadas, llenas de pequeños cafés, tiendas de souvenirs y mercados locales. La Via San Martino nos llevó hasta el Corso Italia, una de las principales calles comerciales de Pisa, donde nos detuvimos a tomar un espresso en una terraza al sol.

Pisa es también conocida por su ambiente estudiantil, gracias a la Universidad de Pisa, una de las más antiguas de Europa. Nos dirigimos hacia la Piazza dei Cavalieri, una plaza que alberga algunos de los edificios más importantes de la universidad, como el Palazzo della Carovana. La plaza, tranquila y rodeada de arquitectura renacentista, nos ofreció un lugar perfecto para descansar y absorber la atmósfera intelectual de la ciudad.

A medida que el día avanzaba, decidimos explorar el lado más histórico de Pisa, y nos dirigimos hacia el Museo della Navegazione Antica (Museo de la Navegación Antigua), ubicado cerca del río Arno. Este museo, un lugar menos conocido pero fascinante, nos permitió conocer la historia de la navegación en la región, con una colección impresionante de modelos de barcos antiguos y artefactos relacionados con el comercio marítimo.

El museo nos ofreció una perspectiva diferente de Pisa, más allá de la Torre Inclinada y la plaza del Duomo, y nos permitió conectar con una parte crucial de la historia de la ciudad. Al salir, paseamos a lo largo del río Arno, disfrutando de las vistas al atardecer. El agua del río reflejaba los colores cálidos del cielo, creando una imagen serena que contrastaba con la energía de la plaza central.

Para terminar el día, decidimos cenar en uno de los restaurantes cercanos al río Arno, donde degustamos platos típicos de la región. Probamos una ribollita, una sopa espesa y sabrosa, seguida de pasta al pesto y fritto misto de mariscos, acompañado de un vino. La comida, auténtica y reconfortante, nos ofreció un vistazo a los sabores de la Toscana.

Tras la cena, caminamos nuevamente hacia la Plaza del Duomo, donde la Torre Inclinada brillaba bajo las luces nocturnas, adquiriendo una atmósfera casi mágica. Nos quedamos allí por un momento, contemplando la magnificencia de la torre y los demás monumentos iluminados, mientras el bullicio de los turistas se había calmado, dejando lugar a una Pisa tranquila y serena.

Con la vista de la Torre Inclinada grabada en nuestra memoria, regresamos a la camper, estacionada en las afueras del centro, y nos acomodamos para descansar. Pisa, con su rica historia, sus monumentos emblemáticos y su vibrante atmósfera, había sido una parada increíblemente enriquecedora en nuestro viaje por la Toscana. Una ciudad que no solo nos regaló la visión de una de las maravillas más conocidas del mundo, sino que también nos permitió descubrir su alma, su historia y su encanto.



















Nos encantó el tatuaje de la chica, y hablando con ella nos dijo que se lo hizo en un viaje a Costa Rica. Nos habló del significado, que lo usaban par describir situaciones difíciles con actitud optimista, entre otros significados. Cuando le pedimos permiso para hacerle una foto, posó encantada.



 

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