Nuestro viaje en la camper nos llevó a
Santa Margherita Ligure, un destino costero conocido por su
elegancia, su puerto encantador y su cercanía a los pintorescos
pueblos de la Riviera italiana. Este encantador lugar, con su mezcla
de tradición marinera y sofisticación, nos ofreció una experiencia
inolvidable. Estacionamos nuestra camper en un área designada a las
afueras del centro y nos adentramos en el corazón de Santa
Margherita, listos para disfrutar de todo lo que esta joya costera
tenía para ofrecer.
Comenzamos nuestro día paseando por el
Lungomare, el paseo marítimo que bordea la costa de Santa
Margherita. Las palmeras, las flores coloridas y las elegantes villas
que se alinean a lo largo del paseo creaban una atmósfera relajante
y llena de encanto. Nos detuvimos varias veces para admirar las
vistas al mar, donde los barcos de pesca y los yates de lujo se
mecían suavemente en las aguas cristalinas.
Desde el
Lungomare, llegamos al Porto di Santa Margherita, un puerto
encantador donde los colores vibrantes de los barcos contrastaban con
el azul del mar. Nos tomamos un café en una pequeña terraza junto
al puerto, disfrutando del ambiente animado pero tranquilo del
lugar.
Adentrándonos en el centro histórico, descubrimos una
red de calles estrechas y empedradas llenas de tiendas, cafeterías y
casas pintadas con colores pastel y frescos decorativos. Visitamos la
Basílica de Santa Margherita di Antiochia, un hermoso ejemplo de
arquitectura barroca con su fachada ornamentada y su interior
ricamente decorado.
Después, paseamos por la Piazza Caprera,
el corazón del pueblo, donde disfrutamos de una atmósfera animada y
acogedora. Las boutiques y pequeñas galerías de arte que rodean la
plaza nos invitaron a detenernos y explorar, mientras los aromas de
la focaccia recién horneada nos atraían a las panaderías
locales.
Decidimos explorar uno de los tesoros más
emblemáticos de Santa Margherita: Villa Durazzo, una elegante villa
rodeada de jardines que ofrecen vistas panorámicas al mar. La villa,
con su arquitectura histórica y su encanto aristocrático, es un
lugar ideal para relajarse y disfrutar de la naturaleza.
Caminamos
por los Jardines de Durazzo, donde los árboles frondosos, las
fuentes y las estatuas crean un ambiente sereno y romántico. Desde
los miradores, pudimos admirar la costa de Liguria y el golfo de
Tigullio en todo su esplendor.
A poca distancia de Santa
Margherita, nos aventuramos al pequeño pueblo de San Michele di
Pagana, un lugar aún más tranquilo y pintoresco. Este encantador
rincón, con su pequeña playa de guijarros y su iglesia histórica,
nos ofreció un respiro del ritmo más animado del centro de Santa
Margherita.
Caminamos por la costa, disfrutando del paisaje y
del ambiente relajado, antes de regresar al corazón del
pueblo.
Para la cena, elegimos un restaurante junto al puerto,
donde pudimos saborear los sabores frescos de la Liguria. Pedimos un
plato de trofie al pesto, acompañado de un carpaccio de pulpo y una
copa de vino blanco. La frescura de los ingredientes y la vista al
mar hicieron que la experiencia fuera inolvidable.
Mientras
cenábamos, el sol se ponía lentamente, tiñendo el cielo con tonos
cálidos que se reflejaban en las aguas del puerto. Las luces de las
farolas y los barcos comenzaron a iluminar el paisaje, creando una
atmósfera mágica y romántica.
Con el estómago satisfecho y
el corazón lleno, dimos un último paseo por el puerto de Santa
Margherita. Bajo el cielo estrellado, las luces del pueblo se
reflejaban en el agua, mientras el suave sonido de las olas nos
acompañaba. Nos detuvimos en un banco para disfrutar de la
tranquilidad de la noche y reflexionar sobre la belleza del
lugar.
Regresamos a nuestra camper sintiéndonos renovados por
la elegancia y el encanto de Santa Margherita Ligure. Este pueblo,
con su mezcla de lujo y tradición, nos ofreció una experiencia que
recordaremos siempre como una de las más especiales de nuestro
viaje.
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